La Moreneta

 

El día 27 de abril se celebra la fiesta de Nuestra Señora de Montserrat (Mare de Déu de Montserrat), popularmente llamada La Moreneta.

La Moreneta es la patrona de Catalunya y se venera en el monasterio de Montserrat, el cual se fundó a principios del siglo XI. Este lugar es un símbolo de Catalunya, punto de peregrinaje para los creyentes y de visita para los turistas.

Montserrat es un macizo rocoso que está situado a 50 km al noroeste de Barcelona, entre las comarcas de Anoia (famosa por su cava y vinos), del Bajo Llobregat y del Bages. Se le nombró Montserrat porque sus picos parece que hubieran sido serrados con una gran sierra. Su representación heráldica es de un grupo de montañas de oro sobre campo de gules, con una sierra de oro que la corta por encima.

La imagen es una talla románica del siglo XII (excepto la cara del Niño y las manos de la Virgen que se rehicieron en el siglo XIX), creada en madera de álamo. Representa a la Virgen con el Niño Jesús en su regazo. Mide 95 centímetros de altura. La Moreneta sostiene una esfera en su mano derecha que representa el universo. El Niño tiene una mano levantada bendiciendo y en la otra sostiene una piña.

La imagen es dorada, excepto la cara y las manos de la Virgen y el Niño que son de color negro. El ennegrecimiento, con el tiempo,  se debe al plomo usado en la pintura. En el siglo VI se le barnizó la cara de castaño y en el siglo XX, de negro. Se cree que la imagen actual fue creada para sustituir una anterior de características similares.

Comparto con ustedes una de las leyendas del origen de la Virgen de Montserrat.

A esta virgen morena se le llamó originalmente la Jerosolimitana, debido a la creencia de que procedía de Jerusalén. En el siglo VII, los cristianos de Barcelona se vieron obligados a esconderla para evitar perderla si eran derrotados por los invasores sarracenos.

Para ello, llevaron la estatua a una pequeña cueva en abril del año 718 (esta información quedó registrada en los archivos de Barcelona).

Con el tiempo, la gente de Barcelona se olvidó de la imagen. Había pasado casi 200 años cuando en el año 880 unos pastorcitos vieron unas luces y escucharon un cantar melodioso que salía de la montaña. Los pastores se lo informaron al sacerdote del pueblo, quien se lo dijo al obispo y ambos fueron testigos del canto y las luces en la cueva.

El obispo quiso llevarse la imagen a su ciudad, Manresa, y comenzó la procesión para trasladarla, pero no se pudo llegar al lugar porque la imagen se fue poniendo tan pesada que nadie la podía manejar (la Virgen de Montserrat había elegido su casa). El obispo, decidió dejarla en una ermita cercana del lugar donde había aparecido. Más tarde se construiría el monasterio.

Es grande la fe de gran parte del pueblo catalán en La Moreneta y el 27 de abril, tanto en Catalunya como internacionalmente, los catalanes creyentes celebran su día asistiendo a misa y cantando El Virolai, que no es otra cosa que alabanzas y una súplica musical de las bendiciones y los milagros de nuestra querida madre morena.

Desde dentro

Por Ivette Vilalta

Hay por aquí una voz que me descubre cada día una parte de mí. Una vocecita casi inaudible que cuando hay mucho ruido no puedo oir… mucho menos escuchar y a veces, cuando de repente todo calla a mi alrededor, la oigo repetir algo, como si fuera un susurro constante y entonces, le presto atención por un momento.
Me cuenta historias de mi, de cómo soy, de lo que quiero, de lo que necesito. Casi siempre, la primera impresión es de desear que se calle, de volver a buscar el ruido que me mantenía ajena a ella porque todo lo que dice taladra, martilla y machaca mis entrañas. Descubro entonces, que el ruido externo no vuelve, que ahora es ella quien ha tomado el mando y no me queda más remedio que escuchar… y la dejo pronunciarse.
Ocurre entonces algo muy extraño, casi mágico y es que, dentro de mí se inicia un torbellino de emociones, y las ideas vuelan por todas partes y desde cualquier lugar; del corazón salen hilos de historietas perdidas y reencontradas, de nuevas frases por escribir; de mi estómago surgen bocanadas de ideas amargas y vacíos insoportables y de mi cabeza brotan leyes de estructura y definición. Es como si se previese una feroz batalla donde la voz se proclama capitana, dispuesta a aclarar y organizar ideas y sentimientos, como si de repente un policía entrase al mercado para encontrarse a la marchanta gritando a un cliente que disfruta ajeno al mundo de sus productos sin pensar que luego los tendrá que pagar… la fuerza del orden, vamos (o del desorden).
El momento es patético por mágico que sea, porque me veo envuelta en una neblina que no me permite entender nada de lo que veo y a la vez me vuelvo sensible a todo, como si mis cinco sentidos se multiplicaran por mil y entonces, donde había un pequeño roce hay una caricia y donde había pena hay un vacío intenso; donde algo que me parecía poco acertado se convierte en el peor insulto y donde una sencilla palabra se convierte en el mensaje más claro y completo que había escuchado nunca.
Y ¿qué ha sucedido? Me pregunto. Sencillamente, me he abierto a mi misma. Sin tapujos, sin escudos para defender lo indefendible, sin rencor, sin juicios; me descubro frágil ante el mundo y sus ataques… y sucede el milagro.
De repente las ideas se alínean para crear otras nuevas, conclusiones claras y brillantes que ayudan a llenar vacíos y a endulzar pensamientos, que aceleran el brote de otras nuevas y más fuertes, que me protegen, me arropan y me recubren, que me hacen fuerte ante el mundo y ante lo externo. Me siento grande, me siento poderosa, me siento reinventada.
Del torbellino quedan siempre restos por asentar, alguna idea suelta, alguna tristeza anónima que prefiere sentarse bajo un árbol a tomar la fresca con su guitarra y cantar canciones desesperadas… y la dejo campar porque es bonito de vez en cuando, cuando acallan los ruidos, poder oir su melodía y recordarme que sigue ahí y que estará siempre esperando que la escuche para iniciar un nuevo huracán que me lleve a esa nueva etapa de crecimiento interior que me hará más mujer, más fuerte, más humana pero sobre todo, mucho más YO.

De princesas, dragones y el poder de la palabra

Por Ivette Vilalta (Joven catalana nacida en República Dominicana)

Hace ya una docena de años, cuando llegué a Catalunya atraída por el poder de la nostalgia familiar, por el recuerdo de escaleras con olor a sofrito de cebolla y tomate y de edificios antiguos que entonan melodías sin siquiera tener intención, pude conocer a fondo una festividad que era para mí del todo ajena. Una festividad que, sólo por su esencia me cautivó.
La historia de Sant Jordi salvando a la princesa… no, esa no (aunque debo aceptar que también me deleita) sino la celebración de un día en el que todo el mundo se pone de acuerdo para hacer demostraciones de amor, de cariño, de complacencia, de empatía y de todo sentimiento positivo a través de símbolos universalmente conocidos como son las flores y las palabras.
Debo decir que me sentí cautivada al ver reproducido mi rincón favorito de una habitación por todos lados.. pilas y pilas de libros, mensajes y palabras pululando en el aire para ofrecer un montón de mensajes positivos. Caras felices, parejas de la mano, amigos encontrados para compartir un refresco un libro o una flor pero sobre todo, un único mensaje: eres importante para mi.
La palabra, esa simple estructura de símbolos se convierte en protagonista de historias de amor, de novelas, de ayuda, de consejos, de fantasía, de nostalgia, de poder o de proclamación de ideas… en papel, en digital, en formatos de todo tipo para grandes y pequeños, entre familiares, amigos conocidos o compañeros e incluso, entre desconocidos. Porque sabe, ella sabe que es protagonista y quienes la respetamos, e incluso muchas veces, adoramos, aprovechamos para venerarla, o para sencillamente, dejarnos acariciar por sus sentidos… un día como hoy, en el que cualquier mensaje cobra fuerza y tiene sentido.
Me gusta hacer la lectura como sigue… y de la sangre del dragón brotó la flor que representa el amor… y que siembra toda una ciudad de ese color rojo intenso. Intenso como las palabras y de su potencialidad; intenso como el poder de las relaciones y del flujo de la energía un tanto eufórica en un día como éste.
Caminar por las calles se convierte en una fiesta, regalar un libro en apuesta por compartir un trocito de tu esencia y recibir una rosa en una sonrisa compartida.
Una de las festividades más hermosas sin duda, enmarcada por un cuento donde… un valiente Sant Jordi salva a golpe de espada a la princesa y evita que ésta sea engullida por un mísero y violento dragón. De la herida mortal encestada por nuestro valiente héroe al corazón del dragón, brota su sangre roja para convertirse en una hermosa rosa que regalará a la princesa como muestra de su amor… a que sí, a que es para deleitarse con ella.

¿De dónde vendrán? (y 2)

Termino con esta segunda parte mi recolección de orígenes de refranes y dichos españoles, a los que uno recurre muchas veces con la intención de reforzar lo que pensamos, con palabras de otros, que suponemos sabias, por aquello de que «Cuando no sepas qué hacer, un refrán te lo puede resolver».

Tener muchas ínfulas. En la antigüedad se llamaba ínfulas a unas tiras o vendas que, enrolladas en la cabeza en forma de diadema, solían lucir los príncipes y los sacerdotes paganos como señal distintiva de su dignidad. Con estas ínfulas de las que pendían a cada lado sendas bandas, se adornaban también los altares y, en ocasiones, las víctimas que eran llevadas al sacrificio. La calidad y el número de estos adornos delataban el rango de la persona. Pasado el tiempo, el dicho designa a todo aquel que tiene una actitud de orgullo y vanidad desmedidos –prepotente –.

Quien fue a Sevilla perdió su silla. Cuando Enrique IV reinaba en Castilla, un sobrino del arzobispo de Sevilla fue designado arzobispo en Santiago de Compostela. Pero presumiendo el tío que, a causa de las revueltas que se daban lugar en Galicia le iba a ser muy difícil a su sobrino posesionarse del cargo, marchó a Santiago para allanarle el camino y las dificultades, mientras el sobrino le manejaba sus negocios en la sede de Sevilla. Cuando concluyó la misión del tío regresó a Sevilla y se encontró que su sobrino no quería abandonar la sede que regentaba. Se hizo necesaria la intervención papal y la del rey Enrique para que dejara la silla. De ahí viene el dicho quien fue a Sevilla perdió su silla, con que usualmente se desaconseja el hecho de descuidar, por ausencia, cualquier ocupación o lugar preferente.

No hay tu tía. En la medicina antigua, el hollín resultante de la fundición y purificación del cobre era elaborado en forma de ungüento, al que se atribuían virtudes curativas para ciertas enfermedades oculares. Este ungüento llamado, tutía, atutía o atutía, parece citado con frecuencia por los publicistas de la época. Llegó a ser muy prestigioso y el sentir popular acuñó deformada la expresión no hay tu tía, para dar a entender que algo, por su dificultad u obstinación, es imposible y sin remedio.

Ser el chivo expiatorio. Entre los antiguos judíos, el Gran Sacerdote, en el Día de la Expiación, ponía sus manos sobre un macho cabrío –el Azazel–, imputándole todos los pecados y abominaciones del pueblo israelita. Tras esta ceremonia, el macho era devuelto al campo, en el valle de Tofet, donde la gente le perseguía entre gritos, insultos y pedradas. Por analogía, en la actualidad se denomina chivo expiatorio a aquel sobre quien se hace recaer toda la culpa de una falta colectiva.

Echar con cajas destempladas. En el pasado, cuando un militar incurría en delito de infamia y la superioridad disponía separarle del Cuerpo, se destemplaba el parche de los tambores o cajas, y redoblando sobre ellos se procedía públicamente a la degradación del soldado. También, con cajas destempladas se conducía a los reos hasta el cadalso donde iban a ser ajusticiados. Echar con cajas destempladas equivale, en nuestra época, a despedir a alguien con acritud y malos modos.

Andar a la sopa boba. En tiempos pasados era costumbre de ciertos monasterios y conventos repartir al medio día escudillas de caldo salpicado con mendrugos de pan, a mendigos y estudiantes menesterosos. A esta comida se la llamaba sopa boba. A los estudiantes que solamente se sustentaban con esto se les llamaba sopistas. Andar a la sopa boba se aplica a la conducta de todo aquel que, por holgazanería, vive regaladamente a costa de otro sin el menor escrúpulo.

Dorar la píldora. Las píldoras, cuya finalidad es medicinal, suelen estar compuestas de productos amargos o ingratos al paladar. Los boticarios de antaño, al igual que lo hacen hoy los laboratorios farmacéuticos, enmascaraban, “doraban” las píldoras con alguna sustancia de sabor azucarado, de forma que fuera más agradable tomarlas. La expresión dorar la píldora, más  que mentir, tiene como propósito dulcificar o decir o hacer algo de forma que produzca el menor daño a quien escucha.

Tener vista de lince. Si bien es cierto que el lince tiene una agudeza visual extraordinaria, el origen de este dicho no se debe a la característica de este animal, sino a un personaje legendario, hijo de Alfareo, rey de los mesenios, de quien se decía que era capaz de distinguir a simple vista, desde su atalaya de Libia, a una flota de guerra que partiese desde Cartago, así como traspasar con su mirada toda clase de objetos opacos. Le llamaban Linceo, y de este nombre, que no del lince, procede la expresión ponderativa de tener vista de lince.

Cargarle a uno el muerto. De acuerdo con las leyes medievales, cuando en el territorio de cualquier localidad se hallaba el cuerpo de alguna persona muerta en circunstancias extrañas, si no era posible determinar  la identidad del homicida, el pueblo estaba obligado a pagar una multa, llamada indistintamente homicidium u omecillo. Con el fin de eludir el pago de la multa, en tales casos, los habitantes del pueblo en cuestión, se apresuraban de común acuerdo, a trasladar el cuerpo de la víctima a la localidad vecina, de manera que la responsabilidad del crimen viniese a recaer sobre ésta y fuera ésta quien tuviera que pagar la multa. Echar o cargar a uno el muerto, hoy se utiliza en sentido figurado como equivalente de la pretensión de descargar sobre otro la culpa por algún delito o falta que no ha cometido.

 

Just another day

Hace mucho que no pongo el despertador. No hace falta, no tengo trabajo, no tengo a quién cuidar, nada ni nadie me espera afuera de la habitación. Solo es otro largo día de desesperación, aburrimiento y deseos de morir.

Hoy no se supone que venga nadie de visita, no hace falta que me bañe ni me afeite. No me miraré al espejo para no tener que decirle al caraepeo que sale reflejado, y que no soy yo, cuánto lo detesto.

Me preparo café y dos tostadas. Saco la mantequilla y el azúcar y las cubro. Mientras estoy comiendo pienso que lo que he preparado no será suficiente y pongo cuatro rodajas más de pan en la tostadora. Cuando están listas preparo cuatro más y pienso en seguir preparando y preparando, pero ya no hay más pan. Levanto mi pesado cuerpo de la silla de la cocina y me muevo sin ganas hacia el despacho.

Enciendo el ordenador y espero con ansiedad que termine el proceso de subida. Es lenta la maldita caja. Abro el correo, cincuenta mensajes. Todos spam excepto dos, el de mi padre que me dice que pasará el viernes a recoger la cámara fotográfica que me prestó. No la va a encontrar porque la vendí para salir de un lio que había hecho para comprarle un anillo a Diana. Le diré que me la robaron. Hay otro correo de mi abuelo que contesta negativamente a mi petición de que invierta conmigo en un restaurante. ¡Viejo de mierda!  Siempre tan tacaño, y cuando se lo reprocho me dice que tiene para vivir con dignidad, porque toda la vida ha ahorrado y ha hecho buenas inversiones. Allá él, no sabe lo que se pierde.

Entro en Feibú. Los mismos chismes de todos los días. Parece de telenovela. Los amigos con sus familias, novias y casas en Punta Cana o con carros último modelo. ¡Cooooño! A todo el mundo le va bien menos a mí. Ellos no son mejores que yo, solo han tenido mejor suerte. Mira a Iván jugando golf. Un marrullero es lo que es, que se casó con Adelina porque tenía cuartos y ahora los está disfrutando. Si yo encontrara una mujer con liquidez…

Cada día está más floja la sección de empleos del periódico. No, no son para mí. Buscan mensajeros, choferes, dependientes de tiendas. No son para mí. Yo puedo gerenciar cualquier negocio.  Lo demostré en el restaurante en el que trabajé hace tres años. Me habría quedado por siempre si no fuera porque los dueños cerraron el negocio.

Tengo que salir a comprar la Loto. Tengo el presentimiento de que este año me va a tocar. Podré cagarme encima de todos y limpiarme el culo con los billetes.

¡Carajo! Se acabó el gas. Tendré que ir a comprar la comida al súper hasta que consiga los tres mil pesos que cuesta el tanque. A comer cualquier caballá medio fría…

Diana no me llama desde hace una semana. No entiendo a las mujeres. Todas quieren casarse y no entienden que uno no puede tomar una decisión de ese tipo sin pensarlo por un tiempo. Como yo lo veo, debemos pasar unos años juntos y luego decidir qué es lo que nos conviene más.

La discusión que tuvimos no era para tanto. Ella pretende que me alquile en cualquier lado haciendo lo que sea. No me entiende. No me voy a poner a trabajar hasta que no me ofrezcan algo que vaya acorde con mis conocimientos y experiencia. Por cuatro cheles no me muevo de mi casa.

La siesta no me ha sentado bien. Me siento más cansado que cuando me acosté. Me pasé de tiempo. Ya es casi de noche. Estas pastillas para la ansiedad me ponen tonto.

Qué calor. Este maldito abanico no echa aire. Esta telenovela está anclada. Laura sigue acostándose con el dueño de la casa y la señora los está espiando. Desde que los encuentre en la cama la va a botar de la casa. ¿Y ella? Bien que sale con Adrián, el hijo del capataz, que tiene quince años menos que ella. Son tal para cual.

¡Paisito este! El noticiero solo habla de violencia intrafamiliar, políticos corruptos que no quieren trabajar y viven del cuento y del sudor de nosotros, los ciudadanos. Suben los precios, suben los impuestos. Un día de estos me voy a degaritar pa Nueva York.

¡Esta fría si está buena, carajo! Si no fuera por este momento del día la vida no valdría nada. ¡Diablos! La última pastilla. Mañana tendré que pasar por la farmacia a comprar el Clonacepam para la ansiedad y la Fentermina para bajar de peso. Y tendré que llamar al primo para que me mande otro bloque de recetas de la clínica. Venderé la mitad y guardaré la otra para mí que las farmacias se están poniendo jodonas con eso de los medicamentos controlados.