Depresión en adolescentes

Entendemos como depresión un estado de ánimo generalizado de infelicidad, tristeza y disforia. También puede sentirse pérdida de experiencia de placer, retraimiento social, autoestima baja, incapacidad para concentrarse, trabajos deficientes, alteraciones en las funciones biológicas y somatización.

Este trastorno es frecuente y común. Los problemas de falta de recursos económicos y las crecientes exigencias sociales para ir al ritmo de la vida moderna, unidos a la soledad y a dificultades para establecer relaciones afectivas duraderas y gratificantes, son algunas de las causas del trastorno depresivo. Los adolescentes son actualmente uno de los grupos más vulnerables a padecer este tipo de trastorno, junto a otros como la ansiedad, el alcoholismo y la demencia. Un adecuado diagnóstico y un manejo terapéutico oportunos pueden ser la clave para el tratamiento adecuado de este tipo de alteraciones.

La depresión puede venir, temporalmente, como respuesta  a muchas situaciones  de estrés. En los adolescentes el estado anímico depresivo es común, debido al proceso normal de maduración y al estrés relacionado con el mismo, la influencia de hormonas sexuales y conflictos de independencia con los padres.

En la adolescencia la prevalencia de la depresión es mayor en las niñas que en los niños. Las estadísticas indican que el 25% de los adolescentes, en algún momento de esta etapa de su vida ha experimentado trastornos depresivos.

Para evaluar la depresión existen herramientas de evaluación, pero requieren que los adolescentes piensen en términos de constructos psicológicos y que comuniquen eficazmente lo que recuerdan. Es difícil diagnosticar la verdadera depresión en adolescentes, debido a que su comportamiento normal tiene muchos altibajos en el estado anímico. La depresión anímica persistente, el rendimiento escolar inestable, las relaciones difíciles con familiares y amigos, la drogadicción y otras conductas negativas pueden indicar un episodio depresivo serio.

Hay factores que, en individuos predispuestos a la depresión, pueden desencadenarla. Por ejemplo:

  • Eventos estresantes de la vida, en especial la pérdida de los padres, por muerte o por divorcio.
  • Maltrato infantil, físico, psicológico (emocional) y sexual.
  • Atención inestable.
  • Falta de habilidades sociales.
  • Enfermedad crónica.
  • Antecedentes familiares de depresión.

De todas formas, los adolescentes no necesitan «razones de peso» para deprimirse. En apariencia son fuertes, pero en el fondo pueden estar profundamente alterados porque no tienen su identidad definida y son críticos severos de sí mismos.

La depresión parece presentarse con mayor frecuencia en familias con problemas de pareja, en las que el adolescente tiene más dificultad de establecer su identidad, aunque es importante recordar que cada adolescente es único en la forma que responde al ambiente que lo rodea, tanto al familiar, como al escolar y con los amigos.

La sensibilidad del adolescente se altera por el manejo de las emociones en conflicto, junto con el despertar de la sexualidad. Los cambios que ocurren en su cuerpo, no son asimilados en forma adecuada por algunos de ellos, y esto puede generarles depresión. Adolescentes sometidos a abuso sexual o con problemas de orientación sexual, pueden presentar también un cuadro depresivo.

Los padres, con frecuencia, notan en ellos bajo rendimiento académico, irritación constante y problemas para dormir. En los casos más severos de depresión, los jóvenes pueden comenzar a pensar en el suicidio. Muchos de los intentos suicidas de la juventud se disfrazan de accidentes graves, como las muertes que ocurren como resultado de conducir vehículos a excesiva velocidad, en ocasiones bajo el efecto de drogas o por el consumo de bebidas alcohólicas por parte de adolescentes deprimimos.

Es importante tener siempre presente el tiempo durante el que se han presentado los síntomas. Si el adolescente presenta ideas suicidas, falta de apetito y falta de interés en toda actividad social durante más de dos semanas, se debe estar muy alerta. Tienden a aislarse y a tener ideas suicidas por los sentimientos de culpa y de incapacidad para afrontar la vida diaria. La depresión en el adolescente, envuelve más problemas interpersonales y de baja estima que la depresión en el adulto.

Veremos a continuación una lista con algunos síntomas de depresión que pueden presentarse con diferente frecuencia y cantidad.

  • Estado de ánimo depresivo o irritable.
  • Mal genio, agitación.
  • Pérdida de interés en actividades.
  • Disminución del placer en las actividades diarias.
  • Cambios en el apetito.
  • Cambios de peso.
  • Dificultad para conciliar el sueño.
  • Somnolencia diurna excesiva.
  • Fatiga.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Dificultad para tomar decisiones.
  • Episodios de pérdida de memoria.
  • Preocupación por sí mismo.
  • Sentimientos de minusvalía, tristeza u odio hacia sí mismo.
  • Sentimientos de culpabilidad excesivos o inapropiados.
  • Comportamiento inadecuado.
  • Pensamientos de suicidio.
  • Patrón de comportamiento exageradamente irresponsable.

Ante un niño o adolescente con síntomas de depresión, es recomendable que el médico lleve a cabo un examen físico y ordene exámenes de sangre para descartar causas médicas para los síntomas. Igualmente, evaluará al adolescente en búsqueda de signos de drogadicción. Aunque, el alcoholismo, el consumo frecuente de marihuana y de otras drogas pueden ser motivados por la depresión.

Asimismo, se debe llevar a cabo una evaluación psiquiátrica para tener una historia clínica sobre los antecedentes de tristeza, irritabilidad, pérdida del interés y placer del adolescente en actividades normales. El profesional buscará signos de otros trastornos psiquiátricos presentes, como ansiedad, manía o esquizofrenia. Una evaluación cuidadosa del adolescente ayudará a determinar los riesgos de suicidio u homicidio; en definitiva, si el adolescente es un peligro para él mismo o para los demás. La información de familiares o personal de la escuela, con frecuencia, puede ayudar a identificar la depresión en los adolescentes.

Desde la perspectiva biológica se considera que las influencias genéticas y bioquímicas tienen mucho que ver con la depresión en niños y adolescentes.

Las influencias genéticas tienen un papel importante y esto ha sido probado en estudios de gemelos que viven o no juntos. Se ha visto que los niños cuyos padres sufren un trastorno depresivo mayor tienen más riesgo de padecer dicho trastorno. Sin embargo, todavía no se ha podido probar qué tanto influyen la genética o las condiciones ambientales. En algunos estudios se ha encontrado una influencia genética significativa y en otros una gran influencia ambiental, como por ejemplo crecer en una familia donde la madre padece de depresión.

La influencia genética opera sobre factores de la personalidad y del temperamento tales como la emocionalidad y la sociabilidad,  los cuales influyen en la gama de sintomatología depresiva.

La depresión de los padres puede repercutir a través de una serie de mecanismos no biológicos, porque tienen influencia a través de prácticas de formación e instrucción, y en la organización del entorno social de los hijos.

Los hijos de padres depresivos también corren el riesgo de desarrollar una diversidad de problemas de adaptación, como por ejemplo los trastornos disociales, trastornos por déficit de atención con hiperactividad, trastornos de ansiedad, problemas de escolaridad, y un deterioro de la competencia social.

En el estudio de la depresión, el suicidio suele mencionarse con frecuencia. A pesar de que el suicidio consumado entre los niños y adolescentes es bastante raro, el aumento de su prevalencia ha sido objeto de atención y ha  provocado una gran preocupación entre los investigadores. La conducta suicida está relacionada con la depresión, pero también está relacionada con otros problemas, y puede producirse en niños y adolescentes sin un trastorno diagnosticable. Las causas del comportamiento suicida son muy complejas.

Los trastornos disociales y el consumo de sustancias tóxicas son frecuentes en los suicidios consumados. De ahí, que aunque la depresión sea un factor de riesgo importante, la presencia de un trastorno de depresión no es necesaria ni suficiente para que éstos hechos se produzcan. 

Para prevenir el suicidio en los adolescentes es importante:

  • Formar personal educativo escolar y responsables locales encargados de detectar a adolescentes en situación de alto riesgo.
  • Documentar y educar a los niños con relación al suicidio.
  • Llevar a cabo  reconocimientos y utilizar los servicios profesionales.
  • Crear programas de apoyo entre los iguales.
  • Crear centros y líneas de teléfono permanentes para ayudar en casos de crisis suicidas.
  • Restringir el acceso a métodos en los que el riesgo de muerte sea muy elevado.
  • Intervenir después de que se haya producido un suicidio a fin de evitar que otros niños o adolescentes se vean inclinados hacia el suicidio.

Está muy extendida la prescripción de medicamentos antidepresivos a los  adolescentes y puede ser un componente importante del tratamiento de algunos de ellos. No obstante, su eficacia y seguridad permanecen inciertas. Se necesita, pues, el desarrollo constante de tratamientos psicológicos que sean sensibles a los diferentes aspectos de las influencias psicológicas, sociales, y familiares sobre los adolescentes que padecen depresión.

Se considera adecuado o necesario el uso de antidepresivos ante depresiones graves, episodios psicóticos, depresión bipolar y otros trastornos que no mejoren solo con psicoterapia.

Las acciones preventivas y adecuada rehabilitación que eviten la recurrencia y permitan un desarrollo emocional sano, son la mejor forma de afrontar este tipo de problema cada vez más frecuente.

Los profesionales de la salud mental que estamos conscientes del sufrimiento de estos adolescentes, tenemos la obligación de hacer una labor de concienciación entre padres y educadores, para disminuir el porcentaje de seres humanos en formación que sufren el trastorno. Sin embargo, ante la realidad de una niñez y adolescencia tempestuosas, nuestro papel es también de soporte para ayudarlos a salir de las mismas con el menor daño posible y con la mayor cantidad de herramientas para afrontar la vida.

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