Alas libres

Traza la niña toscos garrapatos,
de escritura remedo,
me los presenta y dice
con un mohín de inteligente gesto:

«¿Qué dice aquí, papá?»

Miro unas líneas que parecen versos.
«¿Aquí?» «Si, aquí; lo he escrito yo; ¿qué dice?
porque yo no sé leerlo…»
«¡Aquí no dice nada!», le contesté al momento.

«¿Nada?», y se queda un rato pensativa
-o así me lo parece, por lo menos,
pues ¿está en los demás o está en nosotros
eso a que damos en llamar talento?-.

Luego, reflexionando, me decía:
¿Hice bien revelándole el secreto?
-no el suyo ni el de aquellas toscas líneas,
el mío, por supuesto-.

¿Sé yo si alguna musa misteriosa,
un subterráneo genio,
un espíritu errante que a la espera
para encarnar está de humano cuerpo,
no le dictó esas líneas
de enigmáticos versos?

¿Sé yo si son la gráfica envoltura
de un idioma de siglos venideros?
¿Sé yo si dicen algo?
¿He vivido yo acaso de ellas dentro?

No dicen más los árboles, las nubes,
los pájaros, los ríos, los luceros…
¡No dicen más y nos lo dicen todo!
¿Quién sabe de secretos?

Tengo que agradecer a Miguel de Unamuno (1864-1936) que con esta hermosa poesía (Incidente Doméstico, la titula él) y que por ella misma ya lo explica todo, me haya proporcionado la base para esta reflexión psicológica que puede ser de interés para los padres que desean la felicidad de sus hijos, entre los que me incluyo en mi etapa de abuela.

Los niños desarrollan sus destrezas en sus primeros seis años de vida y la creatividad es una de ellas. Esta, puede quedarse agazapada o puede desarrollarse al máximo. Después de los diez años, al empezar el desarrollo del pensamiento lógico y formal, se va perdiendo el potencial en términos creativos.

Para entender qué tan importante es la creatividad, basta decir que fomentándola se puede lograr que el niño produzca ideas y soluciones nuevas para sus problemas, mejore su autoestima, tenga mayor sensibilidad con el entorno, flexibilidad, originalidad, independencia, inclinación hacia la exploración de situaciones y cosas y otras muchas características que lo preparan mejor para su vida de adulto.

Como padres o tutores y con el fin de fomentar la creatividad, deberíamos empezar conociendo cuáles son sus intereses,  ya que tendrán mayor motivación en desarrollar algo que les guste. Es vital dejar al niño hacer y prestarle atención a lo que hace, aunque no lo entendamos, aunque nos parezca exagerado o no vaya en la línea de nuestros conocimientos o formación, ya que de esta forma el niño va trazando su camino en base a sus propias soluciones. En la mayoría de los casos, a los adultos nos da miedo salir del estatus quo y no les permitimos a nuestros niños que lo hagan. En el hogar y en las escuelas, aunque puede haber hermosas excepciones,  suele enseñarse de palabra y todavía más, de obra, lo que ya está establecido por nuestra cultura y castigar con desaprobación o por otros métodos igual de perjudiciales al niño que se sale “del guión”. Y ni hablar de motivarlo a que se cuestione por qué las cosas se deben hacer así, o se debe pensar en esa forma.

Podemos tener grandes y agradables sorpresas si nos metemos en el mundo de nuestros hijos en el momento de los juegos o de la creatividad. Podemos mostrarles nuestra forma de hacer las cosas, de la que de seguro ya han tomado buena nota, pero motivarles a que ellos lo hagan diferente o busquen otras soluciones. Hay que dejar que exploren, que toquen, que miren, que inventen y permitirles que se equivoquen sin burlarse o desalentar su espontaneidad.

Para aumentar su creatividad, además de no inhibirles cuando muestran deseos de expresarse, poner a nuestros hijos en contacto con el arte es abonar en su cuenta de vida; pero al hacerlo es importante proponer actividades artísticas que sean adecuadas al “momento” del niño (edad, entorno, intereses, habilidades, etc.); proporcionarle materiales nuevos, vistosos, diferentes y con los que no se pueda hacer daño. No ayuda corregirle los trabajos, en todo caso, podemos preguntarles de qué otra forma podrían estarse haciendo los mismos. Expresar orgullo por los resultados y exhibir el producto de la creatividad de los niños en la casa o en cualquier otro lugar, le permite al niño entender que su trabajo es importante y que él mismo es aprobado. Los niños a los que se ha motivado a ser creativos se sienten realizados e integrados cuando ven los resultados de su “talento especial”.

La imaginación es más grande que el conocimiento. Si lo dijo Einstein, debe ser.

3 respuestas a «Alas libres»

  1. Me ha gustado mucho esta reflexión sobre la creatividad en los niños. Se lo voy a enviar a Vero, Inma, y Sarah Alicia, pues sé que les va a interesar. Vamos muy biennnnn!!!!!

  2. En efecto, los primeros seis años del niño son iguales al tiempo que tarda la arcilla en secar. Mientras húmeda, maleable y acepta marcas que, una vez seca, quedarán en ella toda la vida. Las marcas que entren después de ese tiempo, serán mucho más superficiales y no podrán sustituir en ningún caso a las que se hicieron de origen. Yo estoy a la espera de que este conocimiento tan antiguo, al igual que los métodos de aprendizaje precoz (que tienen su tiempo también) acaben siendo aplicados casi obligatoriamente en todos los aspectos de la educación tanto escolar como del hogar. Buen extracto!

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