Claroscuros de Barcelona: las fiestas de la Mercè

 

“Ciudad de mi regazo y de mi almohada, de mi techo y mi brizna de dulzura, al andar por tus calles con premura, mi infancia en ella se quedó enredada”. Carmelina Soto.

Un año entero es demasiado tiempo para volver a Barcelona, cuando el corazón está enganchado en ella. Pero, al igual que les sucede a los amantes, los deseos de verla crecen exponencialmente, por lo que la dicha de pisar su suelo es incomparable. Cualquier época del año es apropiada para visitarla, incluso en el invierno que, por cierto, suele ser menos duro que en otras regiones españolas; pero a mí me gusta ir  para las fiestas de La Mare de Déu de  la Mercè que se celebran el 24 de septiembre. Para estas fechas, Barcelona crece en guapura porque adorna sus calles con espectáculos populares y desparrama cultura y alegría entre pobladores y visitantes. Las tradiciones sacan sus mejores vestidos y año tras año nos hacen revivir la historia de Catalunya.

No voy a hablar de todo lo que se puede hacer para La Mercè porque se me quedarían en el tintero muchas actividades que posiblemente yo no conozca, o de forma subjetiva haya dejado a un lado en pasadas celebraciones. Me limitaré a hablar de els castellers (castillos humanos), els gegants y capgrossos (gigantes y cabezudos), el correfoc (desfile de fuegos), las sardanas y el Piromusical.

Els castellers es una antigua tradición catalana que consiste en agruparse para construir torres humanas. Tiene su origen en el siglo dieciocho. Nace en Valls y poco a poco se va extendiendo en toda Cataluña. En pueblos y ciudades las personas crean asociaciones para esos fines. En las presentaciones y concursos, se les puede distinguir por su vestuario, diferente para cada asociación. Dependiendo del tiempo y la habilidad para esta actividad, se hacen torres sencillas o pueden llegar hasta diez pisos, terminando en la punta con un niño.

 

En la construcción de las torres participan ancianos, adultos, jóvenes y niños. La gente se incorpora con cuerpo y alma a la festividad y la disfruta al máximo.

Otra actividad de estas fiestas es el pasacalle de gegants y capgrossos. Ciudades, pueblos y barrios de Barcelona confeccionan sus propios gigantes y cabezudos, y para la Mercè los pasean por las calles de Barcelona precedidos por una banda que acoge diferentes instrumentos y cantidades de participantes, según el tiempo que se lleve participando, o los recursos humanos o adquisitivos con los que se cuente. Las bandas pueden ser tradicionales o fanfarrias. Las primeras usan parte de los siguientes instrumentos que son típicos de Cataluña: fabiol, flauta popular de caña, gralla seca, gralla a Claus, gralla del siglo diecinueve, guitarra barroca de Juan Struch, pandero de Urgell, silbato de madera, silbato de azulejo, tamborí, tenora y tible.

De la gralla, que es un instrumento de viento tipo oboe y que está hecha de madera y reforzada con argollas metálicas, tengo que decir que su sonido es tan dulce que, inevitablemente, invita al corazón catalán migrado a dejar salir emociones.

Las bandas modernas o fanfarrias, invitan a marchar con los gigantes o a saltar en el sitio.

 

Los gigantes representan personajes de la historia, aristocráticos, de poder político, o populares; y los cabezudos suelen ser mofas o críticas representadas por personajes burdos y desarmónicos, con una gran cabeza y cuerpo pequeño.

Como en el resto de las actividades, se pueden ver abriendo o cerrando los desfiles de cada barrio, todo tipo de personas y, sobre todo, niños y jóvenes que conforman las bandas o acompañan a su barrio detrás de los gigantes y cabezudos.

El Correfoc es parte de la cultura catalana y  una de las actividades más divertidas de las fiestas de la Mercè. En él, personas disfrazadas de demonios, por la noche, hacen un recorrido por las calles corriendo, bailando, saltando y tirando fuegos artificiales. Esta tradición desciende el Ball de Diables del que se sabe en Cataluña desde el siglo doce. El término “correfoc” aparece escrito en el año 1977, cuando los Diables del Clot realizaron un desfile con fuegos artificiales amarrados de un palo. Actualmente agrupaciones de correfoc llevan a los desfiles carrozas espectaculares con dragones y demonios echando fuego por las fauces.

Es divertidísimo mezclarse con la gente que pasa por debajo de los fuegos –inocuos siempre que se vaya con ropa de manga larga, caperuzas y gafas de sol para protegerse– y baila al ritmo de música pegajosa y entretenida. Es muy curioso ver a los padres llevando a sus hijos bien protegidos desfilando y divirtiéndose como nunca. Esos niños serán luego los pichones de correfoc. Conservarán la tradición y, en su día, sustituirán a sus abuelos. A esta actividad, hay que ir bien provisto de bebidas refrescantes porque produce mucho calor.

La sardana es una danza catalana que se baila en grupo, por parejas y con las manos cogidas. La duración del baile puede ser de siete a diez “tirades” y los pasos son “curts” y “llargs”. La sardana es una danza social, ya que admite un número grande de participantes y no se requiere condiciones físicas especiales para participar en ella. Se aprende fácil y las personas nuevas solamente tienen que ir escuchando al guía de la sardana que va contando los pasos y dando instrucciones de cambios de paso.

La sardana es tocada por una “cobla” –banda de viento con contrabajo y que consta de doce instrumentos–. Muchas sardanas tienen letras que dicen mucho para el pueblo catalán, pero solamente se usan las versiones instrumentales para bailar. El baile cogiéndose las manos se remonta a épocas prerromanas. Puede ser que tenga su origen en Grecia.

En las fiestas de la Mercè, en muchas plazas de la ciudad, se bailan sardanas de concurso –en estas no puede participar cualquier persona, sino los componentes de la “colla” – y sardanas para el público en general.

Joan Maragall dice “la sardana és la dansa més bella de totes les danses que es fan i es desfan” y los catalanes estamos de acuerdo.

El Piromusical de la Mercè es un espectáculo nocturno de treinta minutos que junta la música, con los fuegos artificiales y con otros elementos visuales como las fuentes de Montjuic. Este espectáculo es el encargado de cerrar los festejos.

Al anochecer, cientos de miles de personas van cogiendo su sitio para ver, sentados o de pie, la grandiosa presentación. En un momento determinado, y como despedida, todos los participantes encienden una bengala de mano, mientras suena la canción Barcelona  –con Montserrat Caballé y Freddy Mercury– y con nostalgia le dicen adiós a unos festejos que, la mayoría, repetirá al siguiente año.

No hay oscuros en esta fiesta. Quizás pequeños inconvenientes como poca posibilidad de parqueo, o muy caro; horarios de metro y tren que, aunque son extendidos, no cubren las necesidades de las personas que quieren estar en las calles hasta altas horas de la madrugada para no perderse –cosa imposible de lograr– todos los espectáculos que ofrecen los organizadores de las fiestas.

 

 

 

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