Tú te fuiste y otro vino

Buscando material inspirador con el que crear una historia, una reflexión o comentarios para mi blog, me metí en una página de poesía corta.

Quedé impresionada por la cantidad de poesías publicadas; la calidad de algunas, la mediocridad de otras, la impecable ortografía y redacción de unas y las faltas de ortografía –que como dice Sabina “se ensañan con los poetas” que no las escribieron, porque los que lo hicieron no se dieron cuenta– de otras. Pero, sobre todo, el contenido de las mismas, donde la sabiduría popular hace gala de precisión y claridad de ideas.

Por ejemplo, esta brevísima poesía de Anayely –de apellido desconocido.

Pan es pan
vino es vino
tú te fuiste
y otro vino.

Anayely ha entendido mejor que la mayoría de los enamorados que no es sano aferrarse a algo que ya no funciona más.

Afirma David. G. Myers que las relaciones cercanas de apoyo (sentirse querido, afirmado y alentado por amigos íntimos y por la familia) predicen tanto la salud como la enfermedad. Proporcionan nuestros mayores dolores, pero también nuestras mayores felicidades.

Si en una relación sentimental las cosas no andan bien, aun después de haber hecho todo lo posible para arreglarla, la obsesión de querer continuar con la misma perjudica mucho, ya que se puede estar entrando en un círculo vicioso. Si una persona se vuelve adicta a “un amor”, posiblemente estará dispuesta a hacer y soportar todo con tal de no perderlo; recibiendo, a cambio, rechazo o hasta maltrato sicológico o físico.

La relación adictiva es progresiva. Se quiere controlar a la pareja para que esta no tenga otro interés que en la persona adicta y para ello no se escatiman esfuerzos, trucos, manipulaciones y  cuanta escaramuza sicológica viene a la mente.  Sin embargo, lejos de funcionar esta estrategia, hace que el adicto a equis amor vaya quedando sometido a éste. De controlador pasa a ser controlado y poco a poco va abandonando sus intereses personales para complacer. Este tipo de relación hace sufrir mucho a quien la padece, porque tiene pánico a enfrentar una realidad sin la otra persona.

En una relación de este tipo, puede haber una muy buena relación sexual que enmascara la carencia de afecto y la necesidad de sentirse abrazado, amado y protegido.  En estas relaciones sexuales se invierte mucho  en la creencia de que se está atando a la otra persona. En aras de esta falsa ilusión, el adicto se deja herir, humillar y violentar, terminando deprimido y con una muy baja autoestima que, a su vez, provocan mayor alejamiento emocional.  En ese juego negativo, muchas parejas siguen juntas a pesar de la inconformidad interna, creando mayor dependencia y adicción.

La rabia, la frustración, los celos son el pan nuestro de cada día para estas personas que no logran resolver sus conflictos y romper con la situación perniciosa para ambos individuos.

A partir de ahí, es fácil enfermarse, deprimirse y ponerse en contra de la existencia. La carga es demasiado pesada para llevarla. Se puede perder el control de la vida por la falta de confianza y la voluntad de cambio.

Una de las dos personas debe romper la relación, y estar consciente de que puede haber un síndrome de abstinencia igual que si se hubiera roto con alguna sustancia. Sin embargo, son peores las consecuencias para la salud mental, social y física si se mantiene la misma.

Cuando se tiene un problema de dependencia de pareja, hay que admitirlo y buscar solución. Si no se puede solo, un terapeuta puede ayudar a analizar los patrones de conducta  que perjudican a ambos y liberar una vida llena de dolor y desamor.

Todos somos responsables de nosotros mismos, de nuestra felicidad y nuestro paso por la vida de forma adecuada. Nadie tiene el poder que no le demos para atarnos y/ o hacernos sentir mal, y de la misma forma, es adecuado dejar en libertad a la persona que no quiere estar con nosotros.

Si nuestra pareja se quiere ir, no seamos tan selectivos como para no dejar que fluyan otros amores en nuestra vida, o simplemente abrirnos a las oportunidades del bienestar personal.

Anayely está muy clara: tú te fuiste y otro vino.

 

 

 

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