Ocúpate

A lo largo de la vida hemos sentido muchas veces preocupaciones tan grandes que nos dejan anulados y nos impiden, no solo vivir la vida, sino disfrutar los cortos momentos de felicidad que se presentan. Otras veces nos hemos dejado contagiar por personas siempre preocupadas y que no encuentran una manera efectiva de resolver sus problemas.

Hemos oído la frase de no te preocupes, ocúpate de resolver lo que te preocupa. Suena sencillo, pero no siempre contamos con las herramientas necesarias para poner en práctica este buen consejo. Nos ayudará a iniciar la acción el pensar en los siguientes puntos: la vida es corta; no todo lo que uno piensa es cierto; no se puede controlar todo; no sabemos cómo evolucionarán las cosas; lo que piensen los demás es secundario y, lo importante es ser responsable.

Ya que la vida es corta, no podemos perder el tiempo magnificando cosas o situaciones que, si nos ponemos a analizarlas con cuidado, no tienen para nuestra vida la importancia que les damos. De hecho, pasado un tiempo, si volvemos a pensar en lo que tanto nos preocupó, nos damos cuenta de nuestro error en la escala de importancia que les dimos. Lo importante somos nosotros, nuestro proyecto de vida, nuestros logros y no los fallos, rencores y temores sobre el futuro. Estemos atentos a todo lo bueno que pasa a nuestro alrededor.

No todo lo que uno piensa es cierto. Nuestra mente, nutrida por nuestras vivencias y nuestra personalidad nos juega, a veces, una mala pasada cuando fabrica pensamientos negativos, exagerados, prejuiciados y absurdos que nada tienen que ver con la realidad que nos rodea: hechos y personas. Solemos malinterpretar actos, situaciones y vivencias que no son reales y mucho menos beneficiosos para nosotros. Solemos ser subjetivos.

El control es bueno, salvo si el asunto se nos va de las manos y queremos controlar todo. Aunque lo pretendamos no lo lograremos porque no sabemos cómo se desarrollarán las cosas que no dependen de nosotros. Entonces, ¿por qué querer romper con la mano un acero templado o derrumbar con la cabeza una pared de cemento armado? ¿No acabaremos rompiéndonos ambas partes del cuerpo?

Si dependemos de la opinión de los demás para ser felices estamos feos para la foto. La opinión más importante es la que tenemos de nosotros mismos; somos responsables de vivir en nuestros propios términos; y si no tenemos buena opinión –porque tenemos la autoestima baja– podemos trabajar las cosas o aspectos de nuestra vida que no nos satisfacen para mejorarlos, nunca para complacer a los demás, porque así nos esclavizaríamos. En la medida que trabajemos nuestra autoestima para nosotros mismos, nos sentiremos amados, respetados, aceptados y admirados por los demás.

La responsabilidad y la preocupación son dos cosas diferentes. El diccionario define la responsabilidad como el cumplimiento de las obligaciones o cuidado al hacer o decidir algo. Mientras que la preocupación es definida como un sentimiento de inquietud, temor o intranquilidad que se tiene por una persona, cosa o situación determinada. Pensar sin descanso sobre una cosa, persona o situación no incluye que vamos a ocuparnos de ello, puede ser que ni siquiera estemos pensando en buscar una solución al respecto. ¿Por qué, entonces, dedicar un tiempo precioso a maltratarnos si no vamos a conseguir nada positivo?

Y como somos humanos, por leer estas líneas no vamos a dejar de preocuparnos. Así pues, aquí van algunos tips que nos pueden servir de contrapeso en la balanza de la angustia que trae la preocupación.

Habla de tus preocupaciones con alguien o con algo. El asunto es sacarlo fuera, verbalizarlo, no importa con quién, o escribirlo. No estaremos buscando respuesta –aunque a veces la recibamos–, estaremos buscando liberar la presión de la olla.

Acepta que la incertidumbre convive con nosotros porque somos seres humanos y por tanto impredecibles en algunos momentos. Y si las situaciones de nuestra vida pueden ser hipotéticas, ¿por qué poner en ellas un esfuerzo extra que no tenga que ver con hacer lo mejor que se pueda?

Cuando hay una situación muy compleja ante la que, aunque actuemos no podamos dejar de preocuparnos, podemos decidir cuánto tiempo estaremos preocupados o viviendo la misma. Esta táctica de fijar un tiempo reduce la ansiedad y nos da sensación de autocontrol. Lo importante es aplazar cada pensamiento negativo de preocupación para dejarlo aflorar en el tiempo que hayamos acordado con nosotros mismos. Por ejemplo, me despierto en la noche con pensamientos de preocupación, serenamente les digo que me ocuparé de ellos en la mañana, después de haber agradecido a la Vida por estar vivo y durante una hora. Y así en cualquier momento que afloren y que no esté dentro del tiempo dedicado a ellos. Así limitamos el tiempo de preocupación y el hecho de que los pensamientos esperen puede servir para moderar los mismos y darles un alcance diferente. En principio nos puede dar trabajo adoptar la técnica, pero poco a poco la iremos implantando en nuestro cerebro.

Hay muchos pensamientos negativos que no tienen razón de ser. Cuestionémoslos. Démosle el frente. ¿Si en vez de yo fuera otra persona que estuviera pasando por esto, pensaría igual? ¿Es realmente tan negativo como lo veo? La realidad es que la solución la tenemos nosotros y en la medida en que hagamos frente a la preocupación la iremos resolviendo.

La relajación es otra herramienta importante para afrontar las preocupaciones excesivas. Hay muchas técnicas que podemos aplicar durante el día: la respiración, la relajación muscular profunda, la meditación, etc. Cada quién puede escoger la que más le guste o conozca. Hacer uno o dos altos en el camino durante el día es muy saludable. Los trabajos corporales, fuera de la ocupación usual, también ayudan: ejercicio, jardinería, cuidado de animales, etc.

Cuídate. No solo es importante dormir, comer bien y hacer ejercicio. Lo es también incorporar buenos hábitos que sustituyan los hábitos que nos perjudican. Los malos hábitos nos hacen propensos a la ansiedad.

Lo que más me funciona a mí es leer un buen libro. Inmediatamente me sumerjo en sus páginas, quedo atrapada en una dimensión que probablemente nada tenga que ver con mi vida, pero que me da alas para salir a otros horizontes, ver las cosas de forma diferente y, lo que es más importante,  me hace posponer cualquier proyecto de preocupación y/ o me brinda soluciones en las que nunca habría pensado.

Una respuesta a «Ocúpate»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *