Madres hay más de una

Ante el bombardeo de los medios europeos, americanos y dominicanos anunciando el Día de la Madre –con fines comerciales, por supuesto–, tengo un sentimiento agridulce. Hay mucha fábula acerca de la maternidad que tanto madres como hijos hemos dado como buena y válida  sin analizar el asunto con la cabeza y con el corazón. Eso conlleva muchos desencantos, frustraciones y dolor que no tienen razón de ser.

No discuto que solo hay una madre que te parió, pero en la vida hay muchas madres que te facilitan la vida, te auxilian cuando estás necesitado, te muestran el camino, te dan una patada reparadora para despertarte del letargo, te ayudan a hacerte.

De la madre natural puedes esperar cualquier cosa; tanto amor incondicional, sacrificio,  enseñanza, ejemplo, como autoritarismo, delegación de funciones, relegarte a segunda posición, errores de crianza y un guión de vida que puede hacerte un triunfador o un perdedor, según sea el mensaje con el que te amamante.

La mía dio todo lo que pudo, todo lo que supo, todo lo que tuvo. Lo que no podía, sabía o tenía dejó un hueco en mí porque tenía expectativas creadas por oír las experiencias indiscutibles o inventadas de otras personas, leer libros con historias reales o ficticias y ver películas que mucho o poco tenían que ver con la realidad.

Todas las fantasías no logradas quizás se quedaron para una segunda vida, si es que vuelve a ser mi madre. Pero, como era y como daba la quería y la quiero; ahora estoy más segura de eso. Siempre sentí que, hiciera lo que hiciera, ella iba a ser mi apoyo y mi cobijo. Esto era un paradigma simple, seguro. –He dejado de tener esa tranquilidad desde que la perdí; la orfandad es horrible.  Pero ahora soy capaz de verla como una persona con ilusiones, esperanzas, necesidades, dudas, problemas y carencias y no solamente como mi madre. Por eso, la entiendo, la perdono, la quiero, me hace falta.

Pero he tenido también otras madres a las que agradezco por lo que soy, por lo que se, por mi lugar en la vida y  por lo que hago–esto último se lo debo a su ejemplo.

Soy deudora de una profesora de pueblo –en mi adolescencia temprana– que me hizo ver que las opciones de vida las escoge uno y no los demás. Como mucho, se les deja hablar, se les escucha, y luego de hacer un careo entre esas opiniones o conocimientos y las propias experiencias –a los doce años ya se es rico– se toma una decisión de propio cuño.

De una tía que percibiendo mis deseos de independencia hizo de mediadora con mis padres para que me dejaran ir sin resentimiento y entendiendo que no era por ellos, sino por mí, y me brindó todo su apoyo hasta que pude hacerlo sola.

De otra tía que, con su ejemplo, me enseñó que hay que soltarse la melena de vez en cuando y que demasiada seriedad es perjudicial para la salud y el crecimiento armónico. Gracias a ella, pude pasar del qué dirán y ponerme en sintonía con mi conciencia solamente. Claro, los valores inculcados por mis padres siempre estaban ahí. Pero también aprendí, con el tiempo, que hay valores que hay que sacarlos de la vida porque, o no eran válidos o se han puesto obsoletos y se constituyen en barreras para la felicidad.

De una amiga de espíritu aventurero y de una gran seguridad que despertó mis ansias de conocimiento y libertad y prendió la llama de la exploración de otras culturas, personas y ambientes. A ella le debo mi amor por la diversidad.

De otra amiga que me transmitió la idea de que dar proporciona más satisfacción que recibir. Aunque nunca podré presumir de ser tan generosa como ella, sí he experimentado el desprendimiento en muchas ocasiones y he recibido tesoros a cambio de dádivas ínfimas.

He tenido otras madres postizas y a veces sustitutas que me han prestado su hombro, me han dado un trozo de su corazón, me han regalado gafas de diferentes colores para ver la vida y me han reconocido como ser humano por ser, que no por hacer o por estar.

Concluyo, pues,  que soy una persona con suerte.

 

 

 

2 respuestas a «Madres hay más de una»

  1. Sin desperdicios……
    Y así vas también tú dejando alguna herencia materna, en los que tenemos la dicha de que seas parte de nuestra vida.

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