Un obsequio dulce, un dulce obsequio

No sé qué vería el guachimán en mí para hacerme su confidente en aquella tarde de invierno caribeño. Pudo ser mi edad, mi aspecto, mi cercanía, o simplemente su necesidad de compartir algo personal que era importante para él, aunque fuera algo insignificante o poco importante para el resto de los mortales, con una mujer que podría entender su caso, por ser mujer.

Llegó a mi acera por el paso de peatones y se colocó a mi lado.

–Doña, ¿a las mujeres les gusta que les hagan regalos sorpresa, no es así?

–Claro que sí. Eso es algo sumamente agradable para nosotras. Nos demuestra afecto, interés.

–Como que uno puede conquistar a una mujer si tiene atenciones con ella, ¿verdad?

–Seguro. Los regalos no son lo único, pero nos hacen sentir muy bien.

–Mire, he comprado estos guineos y se los voy a llevar a una mujer. ¿Usted cree que le gusten?

En principio me pareció raro o poco romántico ese tipo de regalo. Cuando iba a pronunciarme al respecto un poco despectivamente, aunque con delicadeza, recordé que una de las muchachas del servicio de casa, siempre traía guineos para obsequiar a mi mamá, a la que quería mucho. Era un regalo humilde envuelto en cariño y atención y mi mamá los agradecía mucho.

–Pues lo mejor es averiguar cuáles son sus gustos antes de comprarle cualquier detalle –vi que puso cara de no haber caído en la cuenta antes. No quería desmotivarlo–. Aunque, seguramente le gustarán. ¿Son para su esposa?

–Ay no, doña que yo no soy casao. Es una muchacha del barrio que le tengo echao el ojo. No la conozco mucho pero creo que ella también tiene algún interés en mí.

– ¿Y cómo sabe que está interesada en usted?

–Adió! Porque me mira y ayer me dijo: tú no trabajas durante todo el día, ¿no? Eso demuestra interés, o sea, que se ha fijado si entro o salgo. Y como me gusta, me he pasado todo el día pensando en que tengo que ir buscando la forma de que nos acerquemos.

–Pero, ¿usted sabe si ella es soltera, o tiene algún tipo de compromiso con otro hombre?

–No. Pero creo que no lo tiene por la forma como me mira y me sonríe y porque ayer me habló. Hoy le voy a dar los guineos y a ver con qué me sale.

–Bueno, pues que tenga suerte y se puedan conocer mejor.

–Adiós doña. Muchas gracias por su tiempo y sus consejos.

Me quedé pensando en el guachimán. Quizás el regalo no fuera el más adecuado, o quizás sí. Quizás su estrategia pudo haber sido mejor, o realmente fue la adecuada. No lo sé porque no conozco a su deseada. Pero puedo decir que mientras unos regalan rosas, o galletas en forma de corazón, o chocolates, o apartamentos, o todoterrenos, otros piensan que pueden ser exitosos regalando fruta y a lo mejor lo son. Me gustaría saber cómo recibió la “susodicha” el regalo y si este sirvió para los propósitos de mi confidente desconocido.

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