Carta a los Reyes Magos

Santo Domingo, 5 de enero de 2015

Estimados Reyes Magos:

Después de 50 años sin escribirles la carta de  deseos para el día seis, de repente he sentido la necesidad de hacerlo, sobre todo ahora que estoy segura de que los Reyes, si una se porta bien, le dejan todo lo que una pide.

Quiero mucha salud, para seguir envejeciendo con autonomía. Sé que el plátano maduro no vuelve a verde, por tanto, tendré que acostumbrarme a una rebaja porcentual a través del tiempo, pero, queridos Reyes, que no sea muy frecuente y que la tasa sea baja.

Quiero una piña. Quiero más inteligencia emocional para estar todavía más unida con mi familia –siempre se puede mejorar este aspecto –. Que al conocernos cada vez mejor y  ser nuestros lazos más estrechos, aun sin mirarnos sepamos que estamos cerca, y sintamos el calor los unos de los otros. Que cada uno sea soporte de amor. Que nos sintamos seguros.

Quiero tener agua,  abono y resguardo para la plantita de la amistad. Quiero tener cada día más amigos, pero sobre todo, reforzar los vínculos que me unen a mis amigos actuales. Que cada vez esos árboles den más frutos.

Quiero tiempo para cultivar mi espíritu. Quiero mucha paz interior. Que sepa agradecer al Origen de la vida todos los favores que recibo día por día. Que sea mi deseo servir más que ser servida. Amar más que ser amada. Dar más que recibir. No quiero prestar atención a asuntos que no me dejen dormir o que me hagan sentir congoja y ansiedad. Que solo se me acelere el corazón con el amor. Que vea de lejos lo que es compatible con la armonía y que sea ciega a la competencia, a las comparaciones y las cosas materiales que endeudan los corazones a favor de los bolsillos.

Quiero kilos de diversión. Muchos ratos de alegría como consecuencia. Quiero dejar salir el niño que llevo dentro, sin sentirme avergonzada de hacerlo. Quiero reír por nada y por todo. Quiero dejar que el viento me despeine. Que la lluvia de la risa refresque mi espíritu.

Quiero saber más. Pero quiero ser selectiva con la información, para que solamente lo que realmente vale la pena entre y se quede a vivir conmigo. Quiero poder compartir mis conocimientos y absorber también lo que sea de interés de la gente menuda y los jóvenes, de forma que cada día los pueda entender mejor y pueda ser empática con ellos.

Por último, quiero dinero. El necesario. Que no me sobre ni me falte. Que la riqueza no sea mi objetivo. A estas alturas del juego, como Daniel Carbonell de las Heras, opino que “No hay mayor tesoro que el que guardas en tu corazón y no en el bolsillo triste de un pantalón”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *