La responsabilidad de los padres

Dedico este comentario a mi querido amigo Heinz.

Cuando nos nacen los hijos, de forma automática adquirimos una deuda con ellos que, en muchos casos saldamos y en otros tantos no.

La tarea de criar hijos es hermosa, pero muy exigente y llena de responsabilidades. Ellos necesitan de nosotros tiempo, atención, paciencia, vigilancia, guía, fuerza y, sobre todo, amor para hacer buen uso de todo lo anterior.

Nos toca establecerles reglas desde el nacimiento, no para constreñirlos sino para hacer que recorran un camino recto y con la menor cantidad de contratiempos.

Les enseñamos a vivir y, todavía mejor, a veces permitimos que se hagan independientes y que vivan su vida teniendo en cuenta nuestras enseñanzas, aunque deberíamos asegurarnos de que coincidieran con nuestra forma de hacer. Si mostramos amor, respeto, autodisciplina, cortesía, escucha, calma y armonía, nuestros hijos harán lo mismo.

Algunos, con más pericia que otros, los ayudamos a manejar las emociones, a ser tolerantes y a buscar soluciones ganadoras para todas las partes envueltas en los problemas.

La satisfacción de las necesidades emocionales, intelectuales y físicas de nuestros hijos son parte de nuestra deuda con el universo. No hay recetas para hacerlo bien, porque cada hijo es diferente. Muchas veces desarrollamos la habilidad de reconocer y adoptar la forma de satisfacerlas y otras no somos capaces de lograrlo.

Las necesidades emocionales son las más difíciles de cumplir porque la mayoría de los padres venimos de un hogar disfuncional. No hay familia ideal, saludable y perfecta. No obstante, si los escuchamos, abrazamos, sonreímos, cantamos, reímos o lloramos con ellos, nuestros hijos sabrán que los queremos, que los aceptamos como son  y que son importantes para nosotros. La aceptación hace crecer la autoestima y es en la familia, principalmente, donde se refuerza la misma.

Reconocer sus logros, grandes o pequeños y dar palabras de aliento motivarán al niño a esforzarse más y hacer las cosas mejor. La comunicación es indispensable –me gustaría poder escribir “la buena comunicación”, pero parece casi un mito en estos días–. En algunas familias la comunicación, sencillamente, no existe.

Pero los hijos crecen y cambian y así mismo cambia el papel de los padres. Pasamos de proveedores a asesores. En este segundo papel algunos padres enseñan a sus hijos todo lo hermoso del mundo y también les advierten de los peligros que pueden estar acechándoles. Dulce o salada, la vida de un hijo, si tiene un padre asesor al lado, se hace más llevadera y encuentra soluciones a problemas y situaciones complicadas, tan normales en el diario vivir.

La meta central de los padres es desarrollar entes capaces –ya que todos nacemos con ese potencial –,  sensibles y preparados para vivir la vida plenamente haciendo, además,  un aporte a la sociedad.

Pero, los hijos se nos van, hayamos hecho o no la tarea. A veces la hemos hecho  tan bien como hemos sabido, poniendo toda la carne en el asador. Hayamos pasado con la nota justa o con honores, los hijos marchan a vivir su vida, a sembrar y recoger sus semillas de triunfo  y a cometer sus propios errores de los que siempre aprenden, como nosotros lo hicimos.

Si cometen errores, a veces nos sentimos culpables, o no, pero siempre sufrimos las derrotas más que si fueran nuestras.

A mi amigo querido le digo lo que me dijo un médico acupunturista con vocación de sicólogo: cuando los hijos se independizan, a partir de ahí los padres somos espectadores de su obra de teatro. Aplaudimos, lloramos, sentimos una empatía con la trama que nos desgarra, pero no somos actores en la misma. Lo importante es que nuestros hijos sepan que estamos ahí, admirándolos o recogiendo los pedazos, si hiciera falta.

Madres hay más de una

Ante el bombardeo de los medios europeos, americanos y dominicanos anunciando el Día de la Madre –con fines comerciales, por supuesto–, tengo un sentimiento agridulce. Hay mucha fábula acerca de la maternidad que tanto madres como hijos hemos dado como buena y válida  sin analizar el asunto con la cabeza y con el corazón. Eso conlleva muchos desencantos, frustraciones y dolor que no tienen razón de ser.

No discuto que solo hay una madre que te parió, pero en la vida hay muchas madres que te facilitan la vida, te auxilian cuando estás necesitado, te muestran el camino, te dan una patada reparadora para despertarte del letargo, te ayudan a hacerte.

De la madre natural puedes esperar cualquier cosa; tanto amor incondicional, sacrificio,  enseñanza, ejemplo, como autoritarismo, delegación de funciones, relegarte a segunda posición, errores de crianza y un guión de vida que puede hacerte un triunfador o un perdedor, según sea el mensaje con el que te amamante.

La mía dio todo lo que pudo, todo lo que supo, todo lo que tuvo. Lo que no podía, sabía o tenía dejó un hueco en mí porque tenía expectativas creadas por oír las experiencias indiscutibles o inventadas de otras personas, leer libros con historias reales o ficticias y ver películas que mucho o poco tenían que ver con la realidad.

Todas las fantasías no logradas quizás se quedaron para una segunda vida, si es que vuelve a ser mi madre. Pero, como era y como daba la quería y la quiero; ahora estoy más segura de eso. Siempre sentí que, hiciera lo que hiciera, ella iba a ser mi apoyo y mi cobijo. Esto era un paradigma simple, seguro. –He dejado de tener esa tranquilidad desde que la perdí; la orfandad es horrible.  Pero ahora soy capaz de verla como una persona con ilusiones, esperanzas, necesidades, dudas, problemas y carencias y no solamente como mi madre. Por eso, la entiendo, la perdono, la quiero, me hace falta.

Pero he tenido también otras madres a las que agradezco por lo que soy, por lo que se, por mi lugar en la vida y  por lo que hago–esto último se lo debo a su ejemplo.

Soy deudora de una profesora de pueblo –en mi adolescencia temprana– que me hizo ver que las opciones de vida las escoge uno y no los demás. Como mucho, se les deja hablar, se les escucha, y luego de hacer un careo entre esas opiniones o conocimientos y las propias experiencias –a los doce años ya se es rico– se toma una decisión de propio cuño.

De una tía que percibiendo mis deseos de independencia hizo de mediadora con mis padres para que me dejaran ir sin resentimiento y entendiendo que no era por ellos, sino por mí, y me brindó todo su apoyo hasta que pude hacerlo sola.

De otra tía que, con su ejemplo, me enseñó que hay que soltarse la melena de vez en cuando y que demasiada seriedad es perjudicial para la salud y el crecimiento armónico. Gracias a ella, pude pasar del qué dirán y ponerme en sintonía con mi conciencia solamente. Claro, los valores inculcados por mis padres siempre estaban ahí. Pero también aprendí, con el tiempo, que hay valores que hay que sacarlos de la vida porque, o no eran válidos o se han puesto obsoletos y se constituyen en barreras para la felicidad.

De una amiga de espíritu aventurero y de una gran seguridad que despertó mis ansias de conocimiento y libertad y prendió la llama de la exploración de otras culturas, personas y ambientes. A ella le debo mi amor por la diversidad.

De otra amiga que me transmitió la idea de que dar proporciona más satisfacción que recibir. Aunque nunca podré presumir de ser tan generosa como ella, sí he experimentado el desprendimiento en muchas ocasiones y he recibido tesoros a cambio de dádivas ínfimas.

He tenido otras madres postizas y a veces sustitutas que me han prestado su hombro, me han dado un trozo de su corazón, me han regalado gafas de diferentes colores para ver la vida y me han reconocido como ser humano por ser, que no por hacer o por estar.

Concluyo, pues,  que soy una persona con suerte.

 

 

 

Vivir contigo

Juntos permaneceréis por siempre, hasta que las blancas alas de la muerte dispersen vuestros días.

Pero permitid que haya espacios en vuestra unión, para que el viento de los cielos dance entre vosotros.

Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una cadena; sea más bien un mar meciéndose entre las riberas de vuestras almas.

Daos el corazón el uno al otro, pero no para un uso personal, pues sólo la mano de la vida puede sostener dos corazones unidos.

Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos, porque aun los pilares del templo guardan su distancia, y ni el roble ni el ciprés pueden desarrollarse el uno a la sombra del otro.

Khalil Gibrán

 Si hemos escogido a una persona para vivir en matrimonio o en pareja, los pilares que sostendrán la convivencia son:

Amor.

Espiritualidad.

Libertad.

Generosidad.

Y si por la debilidad del ser humano se cayera alguna de estas columnas, podemos reemplazarlas momentáneamente, mientras la reparamos, por una columna de perdón, o de comprensión, o de empatía.

Si algo se rompe, arreglémoslo. Una unión de dos personas es algo demasiado valioso para tirarlo a la basura sin hacer el menor esfuerzo por recomponerla.

Inteligencia emocional y aprendizaje

Hoy seré dueño de mis emociones.
Si me siento deprimido, cantaré.
Si me siento triste, reiré.
Si me siento enfermo, redoblaré mi trabajo.
Si siento miedo, me lanzaré adelante. Si me siento inferior, vestiré ropas nuevas.
Si me siento inseguro, levantaré la voz.
Si siento pobreza, pensaré en la riqueza futura.
Si me siento incompetente, recordaré éxitos del pasado.
Si me siento insignificante, recordaré mis metas. Hoy seré dueño de mis emociones. Og Mandino

Las emociones juegan un papel muy importante en el aprendizaje en todas sus etapas: la escolar, la universitaria o la del aprendizaje permanente al que hoy nos obligan a los adultos las responsabilidades  profesionales y ejecutivas.

Hay emociones que favorecen el aprendizaje y hay otras que lo perjudican o lo obstaculizan. Estados anímicos como la alegría, el entusiasmo o el coraje nos impulsan con la energía emocional adecuada para llevar adelante, con eficiencia, cualquier proceso de aprendizaje. Y estados anímicos como la tristeza, el miedo o la cólera, perturban, obstaculizan e incluso pueden anular el proceso de aprendizaje.

También, la intensidad de una misma emoción puede convertirla en positiva o negativa para distintas actividades.  Por ejemplo, un deportista puede tener un determinado nivel de ansiedad que puede mejorar su rendimiento; pero si tiene mucha ansiedad, no alcanzará su máximo nivel. Un actor puede ser estimulado por la ansiedad, y así mejorar su actuación, pero si esa ansiedad se convierte en miedo, al salir al escenario saldrá disminuido y hasta puede olvidar lo que tiene que decir. Lo mismo puede ocurrir ante un examen, una presentación en público, o ante la elaboración un informe.

Hay cuatro niveles en los que nuestros estados emocionales pueden afectar nuestro aprendizaje: en una etapa inicial con disposición, motivación, interés, etc.; en una etapa intermedia, influyendo en la perseverancia, persistencia y  regularidad en el estudio; en una etapa de obstáculos, para lograr el manejo de las dificultades, de la frustración o de la adversidad y en una etapa final  para obtener equilibrio emocional para interiorizar nuestros conocimientos o poder aplicarlos.

Si nos detenemos en el tipo de educación antigua –y que, por desgracia para los educandos, todavía se usa en muchas escuelas– podremos observar cómo los profesores preferían a los niños conformistas que conseguían buenas notas y exigían poco, valorando a los aprendices receptivos más que a los aprendices activos.

Así pues, no era –y es– raro encontrarse con “pigmaliones” que esperaban que el niño sacara buenas notas y éste las conseguía, no tanto por su mérito, sino como por el trato que el profesor le daba, la calificación de sus tareas y pruebas. También se daba –y da– el caso en que el niño ni siquiera trataba de esforzarse cuando veía el modo en que los profesores respondían a sus fracasos.

La escuela debe ser la formadora de personas inteligentemente emocionales, creativas y productivas. Para lo cual, se debe replantear el currículo escolar, o por lo menos el del aula, en el que se ofrezcan herramientas académicas básicas como el manejo efectivo del lenguaje, el trabajo empático y en equipo, la resolución de conflictos, la creatividad, el liderazgo emocional y el servicio productivo.

Goleman, ha llamado a esta educación de las emociones Alfabetización Emocional y según él, lo que se pretende es enseñar a los niños a modular su emocionalidad desarrollando su inteligencia emocional.

Los objetivos que se persiguen con la implantación de la inteligencia emocional en la escuela, son los siguientes:

  • Detectar casos de pobre desempeño en el área emocional.
  • Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás
  • Clasificar sentimientos y estados de ánimo.
  • Modular y gestionar la emocionalidad.
  • Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.
  • Prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.
  • Adoptar una actitud positiva ante la vida.
  • Prevenir conflictos interpersonales.
  • Mejorar la calidad de vida escolar, familiar y comunitaria.
  • Aprender a servir con calidad.

Para conseguir esto se necesitan profesores con un perfil distinto al que estamos acostumbrados a ver, que  aborden el proceso de manera eficaz para sí y para sus estudiantes. Para ello es necesario que él mismo se convierta en modelo para sus estudiantes de equilibrio de armonía emocional, de habilidades empáticas y de resolución serena, reflexiva y justa de los conflictos interpersonales. Este docente debe poder transmitir modelos de afrontamiento emocional adecuados para las diferentes interacciones que los niños tienen entre sí.

Por tanto, no buscamos sólo a un profesor que tenga conocimientos adecuados de las materias que enseña en clase, sino que además sea capaz de transmitir una serie de valores a sus estudiantes, desarrollando una nueva competencia profesional.

Estas son algunas de las funciones que debería poder desarrollar el nuevo maestro:

  • Percepción de necesidades, intereses y problemas de los niños, en concordancia con las necesidades, intereses y problemas de su familia y escuela y de su barrio y comunidad.
  • Ayudar a los niños a establecerse objetivos personales relacionados con sus proyectos de vida.
  • Facilitar los procesos de toma de decisiones y responsabilidad personal del estudiante.
  • Ofrecer orientación personal al niño para que obtenga su desarrollo emocional.
  • Establecer un clima emocional positivo, ofreciendo apoyo para aumentar la autoconfianza y autoestima de los niños de su aula.

Se propicia la inteligencia emocional analizando las situaciones conflictivas y problemas cotidianos que acontecen en el contexto familiar, escolar y comunitario y que generan tensión, para hacer factible el desarrollo de las competencias emocionales en los niños.

No obstante, para que se produzca un elevado rendimiento escolar, hay algunos factores deseables en el estudiante: la confianza en sí mismo y en sus capacidades; curiosidad por descubrir; intencionalidad, ligada a la sensación de sentirse capaz y eficaz; auto control; relación con sus pares; capacidad de comunicar y cooperar con los demás.

Hay que resaltar que para una educación emocionalmente inteligente, los padres de los futuros niños escolarizados deben dar ejemplo de inteligencia emocional a sus hijos, para que una vez que éstos comiencen su educación regular, ya estén provistos de un amplio repertorio de esas capacidades inteligentes, desde el punto de vista emocional.

 

 

Ocúpate

A lo largo de la vida hemos sentido muchas veces preocupaciones tan grandes que nos dejan anulados y nos impiden, no solo vivir la vida, sino disfrutar los cortos momentos de felicidad que se presentan. Otras veces nos hemos dejado contagiar por personas siempre preocupadas y que no encuentran una manera efectiva de resolver sus problemas.

Hemos oído la frase de no te preocupes, ocúpate de resolver lo que te preocupa. Suena sencillo, pero no siempre contamos con las herramientas necesarias para poner en práctica este buen consejo. Nos ayudará a iniciar la acción el pensar en los siguientes puntos: la vida es corta; no todo lo que uno piensa es cierto; no se puede controlar todo; no sabemos cómo evolucionarán las cosas; lo que piensen los demás es secundario y, lo importante es ser responsable.

Ya que la vida es corta, no podemos perder el tiempo magnificando cosas o situaciones que, si nos ponemos a analizarlas con cuidado, no tienen para nuestra vida la importancia que les damos. De hecho, pasado un tiempo, si volvemos a pensar en lo que tanto nos preocupó, nos damos cuenta de nuestro error en la escala de importancia que les dimos. Lo importante somos nosotros, nuestro proyecto de vida, nuestros logros y no los fallos, rencores y temores sobre el futuro. Estemos atentos a todo lo bueno que pasa a nuestro alrededor.

No todo lo que uno piensa es cierto. Nuestra mente, nutrida por nuestras vivencias y nuestra personalidad nos juega, a veces, una mala pasada cuando fabrica pensamientos negativos, exagerados, prejuiciados y absurdos que nada tienen que ver con la realidad que nos rodea: hechos y personas. Solemos malinterpretar actos, situaciones y vivencias que no son reales y mucho menos beneficiosos para nosotros. Solemos ser subjetivos.

El control es bueno, salvo si el asunto se nos va de las manos y queremos controlar todo. Aunque lo pretendamos no lo lograremos porque no sabemos cómo se desarrollarán las cosas que no dependen de nosotros. Entonces, ¿por qué querer romper con la mano un acero templado o derrumbar con la cabeza una pared de cemento armado? ¿No acabaremos rompiéndonos ambas partes del cuerpo?

Si dependemos de la opinión de los demás para ser felices estamos feos para la foto. La opinión más importante es la que tenemos de nosotros mismos; somos responsables de vivir en nuestros propios términos; y si no tenemos buena opinión –porque tenemos la autoestima baja– podemos trabajar las cosas o aspectos de nuestra vida que no nos satisfacen para mejorarlos, nunca para complacer a los demás, porque así nos esclavizaríamos. En la medida que trabajemos nuestra autoestima para nosotros mismos, nos sentiremos amados, respetados, aceptados y admirados por los demás.

La responsabilidad y la preocupación son dos cosas diferentes. El diccionario define la responsabilidad como el cumplimiento de las obligaciones o cuidado al hacer o decidir algo. Mientras que la preocupación es definida como un sentimiento de inquietud, temor o intranquilidad que se tiene por una persona, cosa o situación determinada. Pensar sin descanso sobre una cosa, persona o situación no incluye que vamos a ocuparnos de ello, puede ser que ni siquiera estemos pensando en buscar una solución al respecto. ¿Por qué, entonces, dedicar un tiempo precioso a maltratarnos si no vamos a conseguir nada positivo?

Y como somos humanos, por leer estas líneas no vamos a dejar de preocuparnos. Así pues, aquí van algunos tips que nos pueden servir de contrapeso en la balanza de la angustia que trae la preocupación.

Habla de tus preocupaciones con alguien o con algo. El asunto es sacarlo fuera, verbalizarlo, no importa con quién, o escribirlo. No estaremos buscando respuesta –aunque a veces la recibamos–, estaremos buscando liberar la presión de la olla.

Acepta que la incertidumbre convive con nosotros porque somos seres humanos y por tanto impredecibles en algunos momentos. Y si las situaciones de nuestra vida pueden ser hipotéticas, ¿por qué poner en ellas un esfuerzo extra que no tenga que ver con hacer lo mejor que se pueda?

Cuando hay una situación muy compleja ante la que, aunque actuemos no podamos dejar de preocuparnos, podemos decidir cuánto tiempo estaremos preocupados o viviendo la misma. Esta táctica de fijar un tiempo reduce la ansiedad y nos da sensación de autocontrol. Lo importante es aplazar cada pensamiento negativo de preocupación para dejarlo aflorar en el tiempo que hayamos acordado con nosotros mismos. Por ejemplo, me despierto en la noche con pensamientos de preocupación, serenamente les digo que me ocuparé de ellos en la mañana, después de haber agradecido a la Vida por estar vivo y durante una hora. Y así en cualquier momento que afloren y que no esté dentro del tiempo dedicado a ellos. Así limitamos el tiempo de preocupación y el hecho de que los pensamientos esperen puede servir para moderar los mismos y darles un alcance diferente. En principio nos puede dar trabajo adoptar la técnica, pero poco a poco la iremos implantando en nuestro cerebro.

Hay muchos pensamientos negativos que no tienen razón de ser. Cuestionémoslos. Démosle el frente. ¿Si en vez de yo fuera otra persona que estuviera pasando por esto, pensaría igual? ¿Es realmente tan negativo como lo veo? La realidad es que la solución la tenemos nosotros y en la medida en que hagamos frente a la preocupación la iremos resolviendo.

La relajación es otra herramienta importante para afrontar las preocupaciones excesivas. Hay muchas técnicas que podemos aplicar durante el día: la respiración, la relajación muscular profunda, la meditación, etc. Cada quién puede escoger la que más le guste o conozca. Hacer uno o dos altos en el camino durante el día es muy saludable. Los trabajos corporales, fuera de la ocupación usual, también ayudan: ejercicio, jardinería, cuidado de animales, etc.

Cuídate. No solo es importante dormir, comer bien y hacer ejercicio. Lo es también incorporar buenos hábitos que sustituyan los hábitos que nos perjudican. Los malos hábitos nos hacen propensos a la ansiedad.

Lo que más me funciona a mí es leer un buen libro. Inmediatamente me sumerjo en sus páginas, quedo atrapada en una dimensión que probablemente nada tenga que ver con mi vida, pero que me da alas para salir a otros horizontes, ver las cosas de forma diferente y, lo que es más importante,  me hace posponer cualquier proyecto de preocupación y/ o me brinda soluciones en las que nunca habría pensado.

Tú te fuiste y otro vino

Buscando material inspirador con el que crear una historia, una reflexión o comentarios para mi blog, me metí en una página de poesía corta.

Quedé impresionada por la cantidad de poesías publicadas; la calidad de algunas, la mediocridad de otras, la impecable ortografía y redacción de unas y las faltas de ortografía –que como dice Sabina “se ensañan con los poetas” que no las escribieron, porque los que lo hicieron no se dieron cuenta– de otras. Pero, sobre todo, el contenido de las mismas, donde la sabiduría popular hace gala de precisión y claridad de ideas.

Por ejemplo, esta brevísima poesía de Anayely –de apellido desconocido.

Pan es pan
vino es vino
tú te fuiste
y otro vino.

Anayely ha entendido mejor que la mayoría de los enamorados que no es sano aferrarse a algo que ya no funciona más.

Afirma David. G. Myers que las relaciones cercanas de apoyo (sentirse querido, afirmado y alentado por amigos íntimos y por la familia) predicen tanto la salud como la enfermedad. Proporcionan nuestros mayores dolores, pero también nuestras mayores felicidades.

Si en una relación sentimental las cosas no andan bien, aun después de haber hecho todo lo posible para arreglarla, la obsesión de querer continuar con la misma perjudica mucho, ya que se puede estar entrando en un círculo vicioso. Si una persona se vuelve adicta a “un amor”, posiblemente estará dispuesta a hacer y soportar todo con tal de no perderlo; recibiendo, a cambio, rechazo o hasta maltrato sicológico o físico.

La relación adictiva es progresiva. Se quiere controlar a la pareja para que esta no tenga otro interés que en la persona adicta y para ello no se escatiman esfuerzos, trucos, manipulaciones y  cuanta escaramuza sicológica viene a la mente.  Sin embargo, lejos de funcionar esta estrategia, hace que el adicto a equis amor vaya quedando sometido a éste. De controlador pasa a ser controlado y poco a poco va abandonando sus intereses personales para complacer. Este tipo de relación hace sufrir mucho a quien la padece, porque tiene pánico a enfrentar una realidad sin la otra persona.

En una relación de este tipo, puede haber una muy buena relación sexual que enmascara la carencia de afecto y la necesidad de sentirse abrazado, amado y protegido.  En estas relaciones sexuales se invierte mucho  en la creencia de que se está atando a la otra persona. En aras de esta falsa ilusión, el adicto se deja herir, humillar y violentar, terminando deprimido y con una muy baja autoestima que, a su vez, provocan mayor alejamiento emocional.  En ese juego negativo, muchas parejas siguen juntas a pesar de la inconformidad interna, creando mayor dependencia y adicción.

La rabia, la frustración, los celos son el pan nuestro de cada día para estas personas que no logran resolver sus conflictos y romper con la situación perniciosa para ambos individuos.

A partir de ahí, es fácil enfermarse, deprimirse y ponerse en contra de la existencia. La carga es demasiado pesada para llevarla. Se puede perder el control de la vida por la falta de confianza y la voluntad de cambio.

Una de las dos personas debe romper la relación, y estar consciente de que puede haber un síndrome de abstinencia igual que si se hubiera roto con alguna sustancia. Sin embargo, son peores las consecuencias para la salud mental, social y física si se mantiene la misma.

Cuando se tiene un problema de dependencia de pareja, hay que admitirlo y buscar solución. Si no se puede solo, un terapeuta puede ayudar a analizar los patrones de conducta  que perjudican a ambos y liberar una vida llena de dolor y desamor.

Todos somos responsables de nosotros mismos, de nuestra felicidad y nuestro paso por la vida de forma adecuada. Nadie tiene el poder que no le demos para atarnos y/ o hacernos sentir mal, y de la misma forma, es adecuado dejar en libertad a la persona que no quiere estar con nosotros.

Si nuestra pareja se quiere ir, no seamos tan selectivos como para no dejar que fluyan otros amores en nuestra vida, o simplemente abrirnos a las oportunidades del bienestar personal.

Anayely está muy clara: tú te fuiste y otro vino.

 

 

 

Claroscuros de Barcelona: las fiestas de la Mercè

 

“Ciudad de mi regazo y de mi almohada, de mi techo y mi brizna de dulzura, al andar por tus calles con premura, mi infancia en ella se quedó enredada”. Carmelina Soto.

Un año entero es demasiado tiempo para volver a Barcelona, cuando el corazón está enganchado en ella. Pero, al igual que les sucede a los amantes, los deseos de verla crecen exponencialmente, por lo que la dicha de pisar su suelo es incomparable. Cualquier época del año es apropiada para visitarla, incluso en el invierno que, por cierto, suele ser menos duro que en otras regiones españolas; pero a mí me gusta ir  para las fiestas de La Mare de Déu de  la Mercè que se celebran el 24 de septiembre. Para estas fechas, Barcelona crece en guapura porque adorna sus calles con espectáculos populares y desparrama cultura y alegría entre pobladores y visitantes. Las tradiciones sacan sus mejores vestidos y año tras año nos hacen revivir la historia de Catalunya.

No voy a hablar de todo lo que se puede hacer para La Mercè porque se me quedarían en el tintero muchas actividades que posiblemente yo no conozca, o de forma subjetiva haya dejado a un lado en pasadas celebraciones. Me limitaré a hablar de els castellers (castillos humanos), els gegants y capgrossos (gigantes y cabezudos), el correfoc (desfile de fuegos), las sardanas y el Piromusical.

Els castellers es una antigua tradición catalana que consiste en agruparse para construir torres humanas. Tiene su origen en el siglo dieciocho. Nace en Valls y poco a poco se va extendiendo en toda Cataluña. En pueblos y ciudades las personas crean asociaciones para esos fines. En las presentaciones y concursos, se les puede distinguir por su vestuario, diferente para cada asociación. Dependiendo del tiempo y la habilidad para esta actividad, se hacen torres sencillas o pueden llegar hasta diez pisos, terminando en la punta con un niño.

 

En la construcción de las torres participan ancianos, adultos, jóvenes y niños. La gente se incorpora con cuerpo y alma a la festividad y la disfruta al máximo.

Otra actividad de estas fiestas es el pasacalle de gegants y capgrossos. Ciudades, pueblos y barrios de Barcelona confeccionan sus propios gigantes y cabezudos, y para la Mercè los pasean por las calles de Barcelona precedidos por una banda que acoge diferentes instrumentos y cantidades de participantes, según el tiempo que se lleve participando, o los recursos humanos o adquisitivos con los que se cuente. Las bandas pueden ser tradicionales o fanfarrias. Las primeras usan parte de los siguientes instrumentos que son típicos de Cataluña: fabiol, flauta popular de caña, gralla seca, gralla a Claus, gralla del siglo diecinueve, guitarra barroca de Juan Struch, pandero de Urgell, silbato de madera, silbato de azulejo, tamborí, tenora y tible.

De la gralla, que es un instrumento de viento tipo oboe y que está hecha de madera y reforzada con argollas metálicas, tengo que decir que su sonido es tan dulce que, inevitablemente, invita al corazón catalán migrado a dejar salir emociones.

Las bandas modernas o fanfarrias, invitan a marchar con los gigantes o a saltar en el sitio.

 

Los gigantes representan personajes de la historia, aristocráticos, de poder político, o populares; y los cabezudos suelen ser mofas o críticas representadas por personajes burdos y desarmónicos, con una gran cabeza y cuerpo pequeño.

Como en el resto de las actividades, se pueden ver abriendo o cerrando los desfiles de cada barrio, todo tipo de personas y, sobre todo, niños y jóvenes que conforman las bandas o acompañan a su barrio detrás de los gigantes y cabezudos.

El Correfoc es parte de la cultura catalana y  una de las actividades más divertidas de las fiestas de la Mercè. En él, personas disfrazadas de demonios, por la noche, hacen un recorrido por las calles corriendo, bailando, saltando y tirando fuegos artificiales. Esta tradición desciende el Ball de Diables del que se sabe en Cataluña desde el siglo doce. El término “correfoc” aparece escrito en el año 1977, cuando los Diables del Clot realizaron un desfile con fuegos artificiales amarrados de un palo. Actualmente agrupaciones de correfoc llevan a los desfiles carrozas espectaculares con dragones y demonios echando fuego por las fauces.

Es divertidísimo mezclarse con la gente que pasa por debajo de los fuegos –inocuos siempre que se vaya con ropa de manga larga, caperuzas y gafas de sol para protegerse– y baila al ritmo de música pegajosa y entretenida. Es muy curioso ver a los padres llevando a sus hijos bien protegidos desfilando y divirtiéndose como nunca. Esos niños serán luego los pichones de correfoc. Conservarán la tradición y, en su día, sustituirán a sus abuelos. A esta actividad, hay que ir bien provisto de bebidas refrescantes porque produce mucho calor.

La sardana es una danza catalana que se baila en grupo, por parejas y con las manos cogidas. La duración del baile puede ser de siete a diez “tirades” y los pasos son “curts” y “llargs”. La sardana es una danza social, ya que admite un número grande de participantes y no se requiere condiciones físicas especiales para participar en ella. Se aprende fácil y las personas nuevas solamente tienen que ir escuchando al guía de la sardana que va contando los pasos y dando instrucciones de cambios de paso.

La sardana es tocada por una “cobla” –banda de viento con contrabajo y que consta de doce instrumentos–. Muchas sardanas tienen letras que dicen mucho para el pueblo catalán, pero solamente se usan las versiones instrumentales para bailar. El baile cogiéndose las manos se remonta a épocas prerromanas. Puede ser que tenga su origen en Grecia.

En las fiestas de la Mercè, en muchas plazas de la ciudad, se bailan sardanas de concurso –en estas no puede participar cualquier persona, sino los componentes de la “colla” – y sardanas para el público en general.

Joan Maragall dice “la sardana és la dansa més bella de totes les danses que es fan i es desfan” y los catalanes estamos de acuerdo.

El Piromusical de la Mercè es un espectáculo nocturno de treinta minutos que junta la música, con los fuegos artificiales y con otros elementos visuales como las fuentes de Montjuic. Este espectáculo es el encargado de cerrar los festejos.

Al anochecer, cientos de miles de personas van cogiendo su sitio para ver, sentados o de pie, la grandiosa presentación. En un momento determinado, y como despedida, todos los participantes encienden una bengala de mano, mientras suena la canción Barcelona  –con Montserrat Caballé y Freddy Mercury– y con nostalgia le dicen adiós a unos festejos que, la mayoría, repetirá al siguiente año.

No hay oscuros en esta fiesta. Quizás pequeños inconvenientes como poca posibilidad de parqueo, o muy caro; horarios de metro y tren que, aunque son extendidos, no cubren las necesidades de las personas que quieren estar en las calles hasta altas horas de la madrugada para no perderse –cosa imposible de lograr– todos los espectáculos que ofrecen los organizadores de las fiestas.

 

 

 

No se van, no se olvidan

Llueve una lluvia fácil… negligente.
Casi sin desazón. Casi sin ruido…                                                                          Y en un sitio del alma… en el olvido
los recuerdos me asaltan de repente. (La Balada del Recuerdo de Carmelina Soto)

No he tenido nunca dos amigas que sean iguales. Algunas han sido cálidas como las abuelas; otras han derrochado alegría en mi entorno; otras han estado prontas a recoger mis pedazos; otras han sabido distinguir qué día tenían que insuflarme pasión por la vida; otras han sido mi caleidoscopio y al mirar a través de ellas he visto la existencia de forma diferente; otras me han servido de ejemplo para ser mejor madre; a otras las he admirado tanto que me habría gustado ser como ellas en varios aspectos.

Para las que están a mi lado, no tengo sino reconocimiento, gratitud y amor. Doy gracias a La Vida por haberlas puesto en mi camino como rayito de luz en un día gris, manantial para saciar mi sed, piedra para descansar mi cuerpo o alas para volar alto.

De las que están ausentes, cualquier día, en cualquier momento, viene su imagen a mi pensamiento, llega su risa a mi corazón y recuerdo su voz como si la hubiera escuchado ayer. Qué falta me hacen: Luz y Sylvia.

No se puede decir que su vida fue corta, porque aunque se fueron a destiempo, vivieron una vida tan plena que la multiplicaron por varias. Me dieron su ejemplo de dedicación a los demás, amor incondicional por los hijos, pasión por su profesión, alegría, arte, gozo por los deportes, persistencia, firmeza, optimismo y consagración a los amigos. Esas tardes de confidencias, esas llamadas semanales para repasar con precisión, como si de una agenda se tratara, los acontecimientos cercanos y significativos en nuestras vidas, fueran buenos o no tan buenos –a veces acabábamos viéndolos buenos gracias al poder de convencimiento de la una a la otra–, llenaban un espacio en mi vida que no ha podido ser llenado de nuevo. Me hacen falta los libros comentados; añoro la alegría que producía su grata compañía y una copa de vino y, en fin, a ellas mismas que me han hecho sentir como si yo fuera lo más importante de sus vidas, en momentos determinados.

Gracias a todas, las que están y las que se fueron. Son un tesoro para mí.

 

 

Los conflictos de pareja

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.
Y hay días también, hay horas, en que no
te conozco, en que me eres ajena como la mujer
de otro, Me preocupan los hombres, me preocupo
yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense
en ti durante mucho tiempo. Ya ves ¿Quién
podría quererte menos que yo amor mío?  Jaime Sabines

Los conflictos de pareja surgen, aunque a veces no nos damos cuenta, antes de vivir juntos. Durante la etapa de noviazgo la pareja empieza a conocerse y a ver aspectos del otro individuo que pueden preocupar, pero a los que no se les presta mucha atención ya que se está en una fase de enamoramiento romántico, o bien se tiene la fantasía de que se podrán cambiar cuando vivan juntos.

El tiempo de convivencia y de relación permite tomar conciencia de aquellas actitudes, hábitos y defectos de la persona con la que se está relacionando, y decidir de forma objetiva si se quiere compartir la vida con ella.

Hay algunos aspectos que hay que considerar antes de tomar cualquier decisión.

  • Es importante ser conscientes de que cada individuo tiene, a través de sus creencias y experiencias, una idea de lo que es la convivencia y en la mayoría de las ocasiones estas ideas o conceptos no coinciden con los de la otra persona. Ante las diferencias que puedan existir es importante preguntarse si se puede vivir con ellas, tener una actitud tolerante y comprensiva, e intentar no crear más conflicto.
  • Cada individuo debe de poder tener su espacio personal para poder desarrollar y madurar como individuo único que, después, enriquecerá la relación de pareja.
  • El carácter y las actitudes de cada individuo en particular son un punto importante de la relación de pareja ya que pueden determinar el tipo de comunicación y expresión que se establecerá en la relación. La comunicación entre la pareja debe de ser fluida, equilibrada y no agresiva, para que se pueda mejorar y superar con éxito los obstáculos.
  • El tiempo que dedica la pareja al placer y a disfrutar de sus momentos de ocio es muy importante para la relación, ya que es en esos momentos en los que la pareja puede tomar conciencia de la importancia y el gusto de estar con la otra persona.

La decisión de vivir juntos como pareja implica despertar del hermoso sueño y enfrentarse a la realidad. Una realidad que demuestra que aquellos aspectos que se creía que cambiarían o que mejorarían con la convivencia, ni cambian ni mejoran, sino que permanecen igual o se magnifican, ya que forman parte de la identidad del otro sujeto. La fantasía de pensar que el otro individuo cambiará o que con el tiempo modificará sus hábitos, lo único que hace es evitar ver la realidad para no enfrentarse a ella.

Los conflictos de pareja pueden tener diversos grados de complejidad. Pueden ser resueltos con mayor facilidad si los dos miembros están dispuestos a esforzarse y a solucionar los problemas de forma creativa y positiva a través del dialogo y la negociación. Existen otros muchos conflictos que pueden resultar más difíciles de afrontar ya que vienen del pasado y necesitan ser tratados con más profundidad, e incluso con ayuda terapéutica.

Hay tres formas de enfrentar los problemas de pareja. El más fácil de ellos es seguir en la misma situación: los individuos evitan el enfrentamiento y el esfuerzo que implica la solución del problema, adoptan una actitud pasiva ante la relación y sufren las consecuencias –que pueden durar para siempre y que anulan al individuo y a la pareja como conjunto.

El más difícil, es el camino de aquellos que quieren solucionar los conflictos. El dialogo, la negociación, la subordinación del orgullo y la cicatrización de las heridas emocionales, etc. No todos los individuos están dispuestos a pasar por esto. Aquellos que piensan que vale la pena esforzarse y quieren hacerlo, probablemente encontraran soluciones positivas a los problemas y conflictos de la relación.

El otro camino, es el de la separación. Existen diferencias irreconciliables que no dejan madurar y enriquecer la pareja. En estas situaciones, aún siendo difíciles, se pueden compartir con un especialista, para que ayude a tomar una decisión.

 LA INFLUENCIA DE LOS CONFLICTOS PERSONALES EN LA RELACIÓN DE PAREJA

Generalmente, los conflictos de pareja son generados por conflictos o situaciones personales que aún no han sido resueltos, como podría ser la falta de afecto durante la niñez, una educación excesivamente rígida, rupturas o pérdidas de los seres queridos, situaciones traumáticas o muchas otras que marcan severamente a la persona. Estas circunstancias van formando la personalidad del individuo y luego son de mucho peso en las relaciones de la pareja, provocando conflictos. Para que esto no afecte negativamente a la relación, es preciso que tomemos conciencia de la presencia de estas dificultades y no intentemos negarlas, sino trabajar a fondo estos aspectos.

A continuación proponemos algunas ideas que pueden ayudar a que se produzca un cambio.

1- En primer lugar es importante valorar y ser consciente de que es lo que pasa dentro de uno, para poder modificar aquellas actitudes que dañan y que impiden disfrutar de la relación.

2- Resolver los conflictos pendientes o inconclusos. Es preciso superar y cerrar aquellas situaciones pasadas que dejaron heridas y que aún no han sido superadas. La solución de estas situaciones no resueltas depende exclusivamente de uno mismo y es preciso pasar la página para poder empezar a vivir en el presente con emociones y sentimientos positivos y sin temor.

3- Cuidar la autoestima. La autoestima es un sentimiento que sube o baja, dependiendo del momento, y es precisamente en los conflictos de pareja, cuando puede sufrir un descenso importante. Es importante mantener un buen concepto sobre uno mismo, para valorarse y recuperar la confianza y la fuerza.

4- Pensar positivamente. Los pensamientos negativos son, a parte de adictivos, muy contaminantes y pueden afectar la actitud. Es importante cultivar la motivación y los pensamientos  positivos sobre uno mismo y lo que nos rodea.

Al trabajar estos puntos, no solo nos sentiremos mejor, sino que estableceremos una relación mucho más sana y positiva con nuestro entorno y las personas que se encuentran en él.

FACTORES QUE INCIDEN EN LOS CONFLICTOS DE PAREJA

El establecimiento de buenas relaciones interpersonales y el involucramiento para que la relación progrese en el vínculo del amor, debería ser la meta de toda pareja. Los casos más frecuentes de conflictos de pareja son: problemas de comunicación, económicos, sexuales, celos e infidelidades, agresión física y psicológica, juegos de poder, interferencia de terceros, desacuerdo en la educación de los hijos, falta de diversión, consumo excesivo de alcohol u otras sustancias, la falta de compromiso, de afecto, de vínculos, etc.

Cuando la pareja se encuentra en un período de crisis o conflicto, lo primero que se pregunta es si hay salida al mismo. Habrá salida de un conflicto de pareja siempre que los dos miembros deseen y estén plenamente dispuestos a esforzarse para salir de la espiral que degrada la relación.

En primer lugar, es importante relajarse para poder ver las cosas con más claridad, puesto que cuando estamos alterados vemos los problemas magnificados e imposibles de abordar. Luego, hay que hacer un análisis de la situación tomando en cuenta la posibilidad de resolver el problema a través del diálogo y procurando conservar un espacio de sosiego y tranquilidad para que el problema pueda ser expuesto correctamente y se pueda llegar a un acuerdo entre ambos, encontrar soluciones. Es necesario hablar con sinceridad y con ganas de arreglar los problemas, lo cual significa escuchar a la otra persona sin imponer ideas propias y cediendo un poco, esto último, por parte de los dos.

Si después de muchos intentos de solucionar los conflictos la pareja no llega a ningún acuerdo o incumple lo acordado, puede que se sienta frustrada y herida y esto puede convertirse en un problema más. Es el momento de plantearse buscar ayuda en un terapista.

En primer lugar hay que huir de la falsa creencia de que las terapias son para los “locos” o para las “personas que están mal”. La terapia es un espacio de comunicación donde hay la oportunidad de expresar sentimientos y pensamientos acerca de los problemas personales y relacionales que de otra forma no se haría. El terapeuta es un orientador, asesor y guía que ofrece un abanico de recursos psicológicos para ayudar a retomar el camino de la reconciliación con uno mismo, el reencuentro con la pareja y con el entorno social.

Es frecuente encontrar parejas que acuden a una terapia de pareja y el terapeuta invita a uno de los dos a seguir una terapia individual. Esto es debido a que algunos conflictos que se proyectan en la pareja tienen el origen en uno de los dos miembros de la pareja, por lo que, antes o durante la terapia de pareja, aquél miembro necesitará trabajar estos aspectos personales que inciden directamente en la relación.

Se puede vivir en pareja disfrutando de las ventajas de una compañía a la que amamos y que nos ama. Se puede crecer dentro de esta relación y recoger los frutos en la vejez. Si se quiere, se puede.

 

 

 

7 historias de amor. Domingo: amor incondicional

Se acaba el año. En estas fechas en las que mis emociones están desbordadas y, por momentos, desarmonizadas,  por si no he sabido comunicarme en la profundidad con que he querido hacerlo en nuestro a veces continuo y a veces escaso contacto, pero siempre lleno de amor, voy a vestir de grafía mis sentimientos.

Primero, el  amor que empieza tenue –en mí no se dio el paradigma de que las madres aman profundamente desde el momento en que nacen los hijos – y que va creciendo de forma exponencial hasta la muerte, principalmente estimulado por el miedo a perderos. Después, una manera torpe de aprender a ser madre por el método de prueba y error –esto último demasiado costoso tanto para vosotros como para mí. Os pido perdón. Yo me perdono; no se nace sabiendo ser madre.

En el diario vivir, os transmití el estilo independiente con el que yo fui criada, me consta; prueba de ello es la distancia geográfica que nos aleja, pero no nos separa, y la autosuficiencia para manejar vuestras  vidas y la de vuestras familias – tema que a veces me inquieta porque caigo en la trampa de pensar que solo hay una forma de encarar la vida y hacer las cosas, la mía–. Veo con alegría que he podido sembrar semillas que se han desarrollado de forma diferente, porque diferente era el terreno en el que las sembré y por eso, los frutos son diversos y ricos.

Tengo que admitir que, a veces,  siento envidia de las madres que pueden abrazar a sus hijos diariamente; pero no estoy hablando de carencias. No puedo ser tan selectiva cuando recibo tantos abrazos y compensaciones por otros medios. La Vida me premia de forma diferente a otras madres.

Valoro y admiro la forma en que pasáis por la vida y cómo habéis dado la cara ante los desamores, las distancias, las crisis, los golpes que os han hecho entender de qué se trata la existencia y cómo manejarla; también, cómo habéis aprovechado  las ilusiones, las esperanzas, los triunfos, los amores y  las realizaciones personales. Doy gracias a la Vida por lo que sois, fruto de vuestro esfuerzo.

Este año que termina ha puesto a prueba a mucha gente. Creo que nuestra familia la ha pasado con buena nota y vosotros, hijos míos, con honores. No pude haber tenido mejores hijos, ni nadie me hubiera podido dar tantas alegrías y satisfacciones como vosotros. Pero aunque así no fuera, mi amor no pone condiciones, sencillamente es.

Para el año que empieza y el resto de vuestras vidas, quiero recordaros que el tiempo en la tierra es corto y no se puede desaprovechar. Vivid con intensidad; aprovechad los momentos felices que son muchos, si se les sabe reconocer y sed personas que aporten soluciones a los nuevos tiempos. La crisis, necesariamente nos conducirá a un paradigma nuevo, mejor, más equitativo y armonioso. Sed parte de él.  Para ello, pido que siempre podáis ver la luz, tengáis las fuerzas para hacer el camino y estéis acompañados por el espíritu del Hacedor y el mío. Que vuestros frutos se parezcan a vosotros o sean mejores – si esto puede ser. Que la Vida nos junte más a menudo y que sepamos agradecer tantas bendiciones.

Os quiero, Javier e Ivette.

31 de diciembre de 2012